Nos
hallamos en un punto de la historia en el cual la necesidad de una nueva visión
política viene señalándose en forma evidente. En el industrializado Occidente
encontramos una creciente disconformidad con las opiniones políticas
tradicionales y una pérdida de fe hacia la democracia formal. Existe una
pérdida drástica de confianza en los partidos políticos y un abstencionismo
electoral a escala masiva. En el Este observamos un creciente movimiento disidente
que desafía la ortodoxia marxista, a menudo de manera subterránea, a través de
una disminucion del consenso y de la cooperación, otras veces, drasticamente,
con periódicas revueltas. Y tanto en Occidente como en Oriente nos hallamos en
numerosos paises y en variables grados, una oposición cultural que vagamente,
aunque tal vez proféticamente, señala la necesidad de una nueva visión
unificadora.
Los sistemas mundiales
dominantes no nos ofrecen ya una perspectiva esperanzadora en cuanto a resolver
las amplias crisis sociales y ecológicas a que se enfrenta hoy la humanidad.
Estos sistemas, con valores tales como la industrialización, alta tecnología,
centralismo, urbanización y el Estado, se han constituido en instrumentos para
la creación de la atomización social y el desequilibrio ecológico que se hallan
en el origen de tales crisis. Lo que se necesita es una visión alternativa de
la sociedad, del futuro y en general de la realidad misma: una visión que se
emancipe de las ideologías tradicionales sobre todos estos temas fundamentales.
Tal visión la presenta el anarquismo.
Al discutir el
planteamiento anarquista sobre la actual crisis mundial, enfocaremos algunas de
las objeciones que los opositores del anarquismo presentan a la hipótesis de
que éste pueda constituir una estrategia global practicable. En particular, mi
confrontación con las acusaciones vertidas por Alan Wertheimer en su ensayo
Disrepect for Law and the Case for Anarchy (en Anarchism: Nomos XIX,
Universidad de Nueva York, 1978), en el cual Wertheimer afirma que el
anarquismo es incapaz de afrontar con buen éxito cuatro de las condiciones
sociales actuales de carácter mundial. Estas son:
l. La población mundial
es (tal vez) demasiado elevada, y aún está creciendo a una tasa rápida sin
ninguna perspectiva inmediata para una reducción seria.
2. Las necesidades
básicas del hombre no son satisfechas en la mayor parte del mundo.
3. Los recursos humanos
y naturales del mundo no son equitativamente distribuidos entre la totalidad
4. El actual nivel de
subsistencia se basa en un alto grado de interdependencia económica y social
entre varias regiones del mundo y también entre éstas mismas.
Además Wertheimer afirma
que el anarquismo es incapaz de enfrentarse a los conflictos entre los propios
intereses individuales y las necesidades sociales, en particular con su
relación al problema de la defensa.
A1 considerar la
respuesta anarquista a estos problemas, es importante comprender el significado
del término anarquista". Lo que entiendo por anarquismo es una tradición
teórica y práctica que se ha desenvuelto y evolucionado en el seno de un
movimiento histórico a través de siglo y medio. Este movimiento tiene
actualmente algunos principios fundamentales: rechazo de todas las formas de
dominación; aceptación de formas de interacción humana basadas en la
cooperación, autonomía y respeto de la persona, y una visión ecológica de la
sociedad, de la naturaleza y de la realidad en general.
En la práctica, estos
principios conducen a los anarquistas a proponer políticas tales como la
sustitución de los Estados-naciones por federaciones de asociaciones
comunitarias y laborales; la sustitución de la corporación capitalista y la
propiedad estatal por la autogestión de la producción por los productores; la
sustitución de la familia patriarcal-autoritaria por la familia libertaria y
acuerdos para la vida; la sustitución de la megalópolis y los modelos
poblacionales centralizados; así como la alta tecnología centralizada por
tecnologías alternativas a escala más humana, que no sean destructivas de los
ambientes social y natural.
La
cuestión de la población plantea diversos problemas para la posición
anarquista. Uno de los más im portantes es examinar si las formas anarquistas
de organización social son todavía posibles en sociedades con poblaciones
cuantitativamente elevadas o de alto nivel de densidad. Según un punto de vista
crítico las sociedades altamente pobladas requieren de ordenamientos jurídicos
y por esta razón, la anarquía, que postula la ausencia de un sistema
legislativo, no podría funcionar en tales sociedades. Es importante destacar
que los anarquistas reconocen la necesidad de la adopción de reglas en toda
sociedad. La consideración importante no es tanto si deben existir reglas sino,
sobre todo, el modo en que las reglas vayan a ser creadas; los procesos a
utilizarse para determinarlas, y la naturaleza y extensión de las mismas
reglas. Los anarquistas arguyen que de ser posible debería emplearse la
elaboración voluntaria de reglas a través de procesos arbitrales y de consenso.
Pero dado que con frecuencia ello no es posible, el paso sucesivo consiste en
el desarrollo de sistemas productores de reglas a través de procesos
democráticos a nivel comunal (si bien muchas decisiones deberían sin duda ser
dejadas a grupos aún más pequeños y a los individuos, si las comunidades
quieren mantener su carácter libertario). Esta democracia comunitaria puede ser
interpretada como si requiriesen sistemas formales de derecho a nivel local que
pueden, en tanto las comunidades estén de acuerdo, ser ampliados en sus
objetivos a través de la federación.
Existe, sin embargo, una
fuerte tendencia a favor de considerar caso por caso a través de asambleas
locales y cuerpos judiciales populares, basados más en ciertos aspectos del
modelo de la polis griega y en algunos procesos de toma de decisiones tribales.
No parecen existir razones válidas para que tales sistemas productivos de
reglas descentralizadas y federativas no puedan ser desarrolllados en
sociedades altamente pobladas.
¿Pero, aun siendo ello
posible, tal descentralización para la toma de decisiones puede ser utilizada
eficazmente en semejantes sociedades? Existen evidencias de que las relativas
ventajas pueden ser ampliadas en sociedades más complejas y altamente pobladas.
Dado que los valores y los conflictos de intereses se multiplican con el
crecimiento de la población y de la urbanziación, el aparato estatal
centralizado se hace manifiestamente más inepto como instrumento para enfrentar
situaciones de crisis que proliferan rápidamente.
La típica táctica del
Estado consiste en ampliar la burocratización y la planificación centralizada,
que da por resultado la ulterior disociación entre el mecanismo planificador y
la realidad social. Problemas cada vez más particularizados son confrontados de
una manera siempre más generalizada. La toma de decisiones descentralizada y
federativa, por otro lado, es intrínsecamente más adecuada a enfrentar
situaciones complejas, dado que por sí misma es compleja y diversificada. La
multiplicación de los problemas demanda la correspondiente multiplicación para
la recolección de información, de discusión y de toma de decisiones.
La cuestión del
planteamiento anarquista al problema de los elevados niveles de población en
relación a las exigencias ecológicas será investigada brevemente. Ello es
necesario ya que la estrategia anarquista pecaría obviamente de no realista si
requiriera una densidad global de población más baja de la que en la actualidad
existe, o que no pudiera afrontar la alta tasa de crecimiento que será
inevitable por algún período.
Sin embargo, en primer
lugar, deberíamos señalar que la descentralización de la población no demanda
una baja densidad global de población. Muchos países del Tercer Mundo, en los
que la población se halla fundamentalmente dispersa en pueblecitos, tienen una
más alta densidad de población nacional que muchos otros países en los cuales
la población se halla concentrada en centros urbanos. En realidad, existe una
evidencia antropológica de que las sociedades con sistemas económicos y
políticos organizados más libremente que aquellos denunciados por los
anarquistas contemporáneos han señalado una alta densidad de población. La
política descentralizadora aumenta el nivel de población que puede mantenerse
en determinada zona, como resultado de la disminución de la presión ecológica
que resulta de la dispersión de la población y la industria, así como la
escasez de producción, etcétera.
Esto no significa que
los anarquistas contemplen con indiferencia los niveles de crecimiento
demográfico que amenazan con superar rápidamente los límites de la capacidad de
nuestro planeta para soportar la vida humana, o que tan sólo depositen sus
esperanzas en incrementar esta capacidad a través de la descentralización.
Surge así una segunda y más importante cuestión: ¿existen estrategias
anarquistas para limitar el crecimiento demográfico al punto de estabilizar la
población a un nivel más apropiado al bienestar humano y al óptimo equilibrio ecológico?
Como afirma Wertheimer: mientras nosotros predicamos el control de la
natalidad, el campesino hindú continúa procreando niños con el fin de recibir
una ayuda en las labores agrícolas y que alguno logre sobrevivir para recibir
sus cuidados cuando sea demasiado viejo y enfermo para valerse por sí
mismo".
Aunque fuera capaz de
comprender las desastrosas consecuencias sociales de su acción, ¿podemos
esperar distinto comportamiento que no sea el de procurar mitigar sus propios
sufrimientos? En consecuencia, prosigue argumentando, es necesaria una política
demográfica racional basada en la coerción por parte de los poderes estatales.
Este argumento se basa
en un falso dilema. Las aparentes alternativas son la reproducción anárquica
(que de hecho no es anárquica" en sentido anarquista, sino más bien
controlada por el jerárquico e inequitativo sistema socio-económico existente)
y la natalidad controlada (que está sujeta al control adicional del aparato
coercitivo del Estado). Pero éstas están lejos de ser las únicas alternativas
ni tampoco las ínvocadas por los anarquistas. Estos abogan, por lo contrario,
que en sociedades como la de la India, el sistema social y económico debe ser
profundamente transformado, de manera que sea más compatible con la distribución
de la población en pueblecitos y los métodos tradicionales de producción
centralizados por la política gubernamental. Es más, ellos afirman que la
política estatal tiende a la preservación del sistema económico existente, a la
vez que instituye un control obligatorio de la natalidad (tanto promoviendo la
urbanización y la alta tecnología, como bajo el régimen de Indira Gandhi) que
tan sólo perpetúa el presente nivel de miseria y explotación, en tanto que
agudiza los desastrosos efectos ecológicos de la sobrepoblación.
E1 planteamiento
anarquista en cuanto a las sociedades campesinas en que predomina la tenencia
de la pequeña propiedad requiere la sustitución de tales formas por el cultivo
cooperativo del suelo mediante asociaciones de productores. Con tal sistema,
los miembros de las asociaciones están en posición de resolver su previamente
bastante inteligible interés por maximizar el recurso laborable. Así podrán
proveer para su vejez y adoptar otras medidas de bienestar social mediante la
regulación cooperativa de su producción excedente, presumiendo que la
tecnología para una adecuada producción cooperativa sea efectiva (presunción
que discutiremos brevemente) y que si el excedente, ahora desviado a las clases
dirigentes nativas y extranjeras, se queda en manos de los productores,
entonces las necesidades de éstos pueden ser mejor satisfechas. El punto
esencial es que el planteamiento anarquista a los problemas de la
sobrepoblación implica una reorganización social consciente y que no puede ser
parangonado con la inactividad libertaria" o con un simple incentivo
moralista.
El
anarquismo siempre se ha interesado por el problema de la escasez. Muchos de
los llamamientos del anarquismo a los campesinos españoles, ucranianos y de otros
países se basan en una visión que prefigura una sociedad de la abundancia
fundada en el comunismo libertario y en la producción fundada en necesidades
reales. Una reciente teoría anarquista, ejemplificada en el clásico
Post-scarcity anarchism de Murray Bookchin, ha tomado la cuestión de la escasez
como asunto principal para la teoría política. ¿Pero poseen los anarquistas
evidencias de que su planteamiento acerca de la producción descentralizada y
las tecnologías alternativas es practicable?
Según Colin Ward, las
propuestas de un trabajo intensivo y la producción alimentaria descentralizada
hechas por Kropotkin hace más de un siglo han mostrado a través de la
experiencia ser bastante prácticas. Asimismo, observa que la experiencia
japonesa-la evolución desde una insuficiencia doméstica, a través de la
autosuficiencia, hasta una desconcertante sobreproducción"-ilustra la
posibilidad técnica de las afirmaciones de Kropotkin en cuanto a una enorme
productividad a través de una agricultura intensiva. La moderna industria
horticultora en Gran Bretaña y en los países continentales supera ampliamente
sus expectativas..." E1 Grupo por una Tecnología Intermedia de E.F.
Schumacher se basa en la tradición de pensadores como Kropotkin y William
Morris para desarrollar la denominada tecnología apropiada" que permitiría
un desarrollo de las sociedades para solucionar sus problemas de escasez y
desempleo, a la vez que evitan las desatrosas consecuencias de la
industrialización pesada y urbanización.
En los Estados Unidos de
América, grupos tales como el Instituto para la Autosuficiencia Local están
explorando las posibilidades a través de las cuales comunidades locales
emprobrecidas pueden escapar de las asechanzas de la dependencia y de la
explotación económica por medio del desarrollo de comunidades de producción
industrial y agrícola. David Morris y Karl Hess presentan un cuadro bastante
detallado de algunas de estas posibilidades en su libro Neighbourhood Power
que, en parte, se basa en su trabajo en las vecindades de Adams-Morgan de
Washington, D.C.
A1 discutir el
planteamiento anarquista a cuestiones tales como el de la escasez y el nivel de
vida, es importante observar que todo lo que se demanda no es para la mera
subsistencia, sino más bien para una sociedad de abundancia. Los anarquistas
arguyen que la aparente improbabilidad de alcanzar tal sociedad por medio de
formas anarquistas de producción se debe a un error al cuestionar la ideología
del consumo material. Si la abundancia debe basarse en una infinita expansión
de la productividad y en una explotación exhaustiva de la naturaleza, es obvio
que jamás se podrá alcanzar. Pero para los anarquistas, la abundancia se
logrará del desarrollo de las necesidades sociales y de la satisfacción del
deseo de una existencia creativa y satisfactoria. En tal conexión se inspiran
los anarquistas para su visión en la riqueza de la imaginación simbólica, la
profundidad del sentimiento comunal y el gozo de la experiencia inmediata en
muchas sociedades tradicionales.
Los anarquistas enfatizan
la incapacidad de los simples incrementos en la producción para elevar el nivel
cualitativo de la vida, una vez satisfechas las necesidades materiales básicas.
Para discutir adecuadamente este tema, uno tendría a la larga que habérselas
con problemas tales como la naturaleza de una sociedad basada en el modelo del
ser humano como consumidor, la reducción de los valores humanos a los valores
de comodidad en una sociedad consumista, y la destrucción de los ambientes
humano y natural en una sociedad obsesionada por la producción de comodidades y
el crecimiento cuantitativo.
Es más, el
reconocimeinto de estos temas aparentemente abstractos no debería conducirnos
al descuido por aprehender el interés práctico por formas de desarrollo.
tecnológico que combine niveles de producción suficientemente altos para
satisfacer las necesidades básicas y más elevadas con los requerimientos por un
sistema social a medida del hombre, ni burocrático ni jerárquico. Lo que los
anarquistas rechazan es un planteamiento simplista que aísle los problemas de
la producción, por ejemplo, de la totalidad de las relaciones sociales, o el de
quienes ven como única alternativa el continuo desarrollo de las presentes
tendencias de la evolución técnica, o a la inmediata destrucción de todo
aquello logrado por tal desarrollo.
Este planteamiento
directo ignora las direcciones alternativas en el desarrollo de la tecnología
y, asimismo, pasa por alto las estrategias alternativas para la abundancia,
tales como el gran reparto de los productos sociales como opuesto al consumo
individualista, abolición del consumo superfluo resultante de la manipulación
de las necesidades y deseos, y la creación de más necesidades sociales (en el
cual el crecimiento de las necesidades por sí mismo nos llevará más hacia la
abundancia que hacia la escasez), más bien que necesidades materiales
consumistas. Es incorrecto asumir que la existencia de una sociedad de
abundancia corresponde a la existencia de grandes cantidades de la clase de
artículos de consumo que ahora se producen.
Las
formas anarquistas de producción y de tecnología liberadora" son capaces
de satisfacer las necesidades humanas básicas y son compatibles con aquellas
formas sociales que se dirigen a la satisfacción de las más elevadas. Pero, aun
cuando una sociedad anarquista pudiera alcanzar un adecuado nivel de
producción, podría arguirse que tal sociedad sería incapaz de alcanzar una
justa distribución de los bienes. Ante todo, se argumenta que si los
Estados-nación son incapaces de trascender su limitación territorial",
entonces, las comunidades anarquistas con sus bases locales pueden tan sólo
esperar que sean aún más limitadas; en segundo lugar, que la desigualdad entre
las comunidades respecto a los recursos o a la productividad desembocaría en
injusticias que no podrían ser rectificadas, y finalmente, que el proyecto
anarquista sobre la redistribución espontánea" no tiene esperanzas dada la
gravedad de la crisis mundial.
El argumento de que el
anarquismo se encamina hacia una limitación fundada en las comunidades locales
se basa en que fija la atención tan sólo en el énfasis anarquista sobre el
control comunitario y en la descentralización, y en el desconocimiento de los
principios del federalismo y del apoyo mutuo. Desde los tiempos de Bakunin y
Kropotkin, el anarquismo ha subrayado la importancia de las federaciones
locales, regionales y globales de las comunidades y colectivos obreros.
La relación entre el
comunalismo local y el global está perfectamente expresada en la obra de Martin
Buber, en la que afirma que a menos que las relaciones inhumanas, burocráticas,
objetivizadas en las relaciones creadas por el Estado, el capitalismo y la alta
tecnología, sean reemplazadas por relaciones cooperativas, personalistas nacidas
en el grupo comunitario primario, no se podrá esperar que la gente tenga una
profunda simpatía por la humanidad como unidad.
Según Buber, a menos que
consigamos ver a la humanidad en nuestros vecinos es imposible abrigar
esperanzas en superar esa limitación" que impide actuar con simpatía hacia
la totalidad de la especie. Pero ello no es un simple precepto moral; sobre
todo, es un llamado a la praxis comunitaria. Como afirma Buber: una comunidad
orgánica -y sólo una tal comunidad puede conjuntarse para formar una
equilibrada y articulada raza de hombres-, no podrá jamás erigirse por encima
de los individuos, excepto tan sólo en pequeñas y cada vez menores comunidades:
una nación es una comunidad en la medida en que es una comunidad de comunidades".
Los anarquistas afirman
que extender esa redistribución es una necesidad, y que será alentada más por
la práctica de la ayuda mutua a través de la libre federación que por las
naciones-Estados o por la creación de un Estado mundial. E1 elemnto central es
la coyuntura anarquista en lo que concierne al desarrollo de los intereses de
clase en sociedades basadas en formas de organización burocráticas y
centralizadas. La cuestión relevante es si las formas estadista o federalista
de organización pueden mejor contribuir al desarrollo de los modelos de
cooperación tanto del pensamiento como de la acción, y examinar el otro lado
del mismo asunto en cuestión, si el poder, en verdad, corrompe en gradual
proporción en que es centralizado o concentrado.
La teoría anarquista
sostiene que en tanto se mantenga la concentración del poder económico o
político, debemos esperar que éste será empleado en interés de quienes
controlen ese poder. Por ejemplo, en los Estados Unidos de América, nación con
la mayor concentración de la riqueza y con una de las tradiciones más
prolongadas de democracia liberal, apenas presenta virtualmente ninguna
redistribución entre los estratos económicos y sólo una fracción del 1% del
Producto Nacional Bruto se destina a ayudar a los países más pobres.
Como evidencia de la
naturaleza de la alternativa propuesta por los anarquistas, podemos examinar
las federaciones establecidas por los anarcosindicalistas en España en 1936.
Observamos que la redistribución, que desde hacía mucho tiempo estuvo ausente por
generaciones en los países democráticos liberales y de carácter social, se
efectuó en un período de unos pocos meses en las zonas colectivizadas, ante
todo como resultado de la institución de la industria y agricultura
autodirigidas. En el corto tiempo que las colectividades pudieron actuar
autónomamente, éstas empezaron a difundir este igualitarismo más allá de los
límites de las colectividades en sí.
De acuerdo con Gaston
Leval, en regiones como Castilla y Aragón, el principio comunista libertario
fue aplicado no tan sólo en cada colectividad, sino en todas las
colectividades". Leval describe tales programas como de alivio a los
necesitados, redistribución de fertilizantes y maquinaria de las colectividades
más ricas a las más pobres, y cooperativas de producción de semilla para su
distribución a zonas más necesitadas. De acuedo con Leval, existía un despertar
entre los colectivistas que al elevar la mentalidad comunalista, el siguiente
paso fue el de superar el espíritu regionalista". Los experimentos de los
anarquistas españoles de la década de 1930 proveyó evidencias a la
reivindicación anarquista de que cuando los seres humanos desarrollan modelos
de vida y valores basados en la ayuda mutua a nivel de pequeños grupos de
comunidades locales, se puede ir lejos en la práctica de la ayuda mutua en
otros niveles de organización social.
Dada la tecnología de la
liberación ahora existente, el mayor problema para las sociedades pobres es la
realización de la transformación social. Para esto se requiere su liberación
económica y política de la explotación de los poderes imperialistas y de las
clases nativas dirigentes, así como su emancipación de los modelos de
dominación transmitidos a través de la tradición cultural. La función de un
movimiento anarquista en tales sociedades es la creación de una praxis adecuada
para desplazar tales grupos y estructuras, e instituir formas liberadoras en su
lugar. Así, el problema económico no es visto como la ausencia de una forzada
redistribución (la que sería muy probablemente rechazada por las clases y
Estados que se benefician de la explotación), sino más bien como la destrucción
de los modelos de producción indeseables, resultado de la mala distribución y
de las ideologías que legitiman el proceso.
Aunque la
redistribución, producción y distribución en general no tuvieran efecto
espontáneamente" en el sentido, que ocurrieran sin planteamiento o
estrategia, es mucho más probable que tuviera lugar una más justa distribución
como resultado de los conscientes esfuerzos cooperativos de los explotados para
cambiar las relaciones de poder, como una consecuencia del acuerdo de los
poderes explotadores sujetos ellos mismos al control de una más elevada
autoridad política que violentaría la redistribución.
La real alternativa al
planteamiento anarquista parece ser, no un optimismo democrático liberal o de
carácter social acerca de la democracia global, sino más bien el
marxismo-leninismo, que se halla suficientemente atento a las realidades del
poder económico para realizar que tal cambio en las relaciones de poder
inevitablemente envolverá un proceso global de lucha de clases. Pero aunque los
anarquistas puedan estar acordes en que el planteamiento marxista-leninista
pueda tener feliz éxito en reducir significativamente los extremos de la
desigualdad económica, ello es un juicio errático como praxis de liberación por
las siguientes razones:
1. El punto de vista
marxista-leninista de la revolución social, con su fuerte inclinación hacia el
estatismo y el centralismo, da como resultado un nuevo Estado capitalista y una
forma centralista-burocrática de dominación clasista perpetuadora de la
desigualdad política y a menudo de la económica
2.. La aceptación
acrítica del marxismo-leninismo de la alta tecnología conduce a continuar la
producción alienada y el obligatorio desarrollo de un interés clasista
tecnocrático y continuar la dominación de la naturaleza y la destrucción de la
ecosfera.
3. La orientación
economicista y productivista del marxismo-leninismo le oculta muchos
importantes aspectos de la lucha por la liberación humana, uno de los no menos
importantes, el cultural, el estético y el erótico, y debilita su análisis de
muchas formas de dominación (incluyendo el político, racial, sexual y
psicológico).
Otro
argumento común contra la posición anarquista es el de que la transición hacia
una sociedad anarquista tendría resultados desastrosos, dado el alto grado de
interdependencia entre la actual economía mundial y el presente nivel de
urbanización. El anarquismo es visto como un cambio que implicaría un
cataclismo, la destrucción inmediata de toda la compleja organización, y una
regresión a la independencia comunal.
Pero como ya ha sido
señalado, los anarquistas no abogan por la completa indenendencia comunal. sino
más bien por una interdependencia orgánica que empieza con las unidades
sociales más fundamentales y edificando, a través de la federación, a la
humanidad como unidad. Los anarquistas no han propuesto que el cambio
tecnológico y la descentralización deben ser tomados como principios absolutos
para ser aplicados dogmáticamente, sin importar lo que las necesidades humanas
puedan dictar. Los anarquistas no abogan porque toda la tecnología sea
destruida, mientras esperamos que formas alternativas liberadoras sean
desarrolladas e instituidas. Ellos proponen, en su lugar, que la investigación
actual debe ser realizada sobre tecnología alternativa y que el pueblo empiece
a usar tales formas liberadoras lo máximo posible, ello mientras la alta
tecnología continúe predominando. Por ejemplo, mientras los anarquistas
rechazan completamente la conversión a la energía nuclear, no abogan, sin
embargo, porque esos otros recursos energéticos sean eliminados, sino que deben
ser reemplazados progresivamente por otras alternativas, como son la solar,
eólica, metano, geotérmica.
De manera similar, los
anarquistas no abogan por la descentralización a través de la aniquilación o
reagrupamiento forzoso de los habitantes de la ciudad. Muchos anarquistas
aprueban las ciudades a escala tradicional y abogan por políticas tales como la
de asambleas vecinales, la integración del trabajo, el juego y los lugares
públicos, jardines y talleres comunales, y planteamientos semejantes para
transformar el medio urbano.
Sin embargo, los anarquistas
prevén reducir las inhumanas megalópolis al nivel de la ciudad y un proceso
progresivo de síntesis ciudad-campo. Lo que consideramos una necesidad
inmediata no es el desplazamiento de grandes masas populares sino la
institución de la democracia directa a pequeña escala en la forma de asambleas
vecinales y factoriales.
Es un
fundamental principio del anarquismo que si la comunidad debe ser defendida,
ello deberá resultar por la acción voluntaria del pueblo. Esto conduce efectivamente
a la crítica de que la comunidad anarquista no podría defenderse efectivamente
a sí misma contra las altamente organizadas y disciplinadas fuerzas militares
en que ordinariamente se constituyen en períodos de guerra. De hecho, no existe
ninguna defensa para ello, mientras cada miembro no desee que la comunidad sea
defendida; si cada uno lo desea, por ser de interés personal, voluntariamente
se elegirán a sí mismas para efectuar la defensa.
Los anarquistas creen
firmemente que la guerra es la salud del Estado", y que, por consecuencia,
siempre representa una amenaza para el desarrollo de la libertad, lo que es
fatal. Militarizar una sociedad para luchar contra el autoritarismo significa
una victoria automática para el autoritarismo. Por esta razón, los anarquistas
insisten sobre la necesidad de limitar la actividad militar para la autodefensa
comunal a través de milicias populares, y así se oponen a las fuerzas militares
jerárquicas, dirigidas centralmente. En este contexto, el argumento que tal planteamiento
perderá el apoyo popular, no es de ningun modo significativo. Las comunidades,
de hecho, se defienden a sí mismas cuando existe un real peligro para su
libertad. La objeción teórica concerniente a la no participación popular, pasa
por alto los elementos psicológicos de la guerra y los efectos penetrantes de
la presión social. Una comunidad coherente no tiene dificultad para asegurar su
participación para su defensa, aunque el requisito anarquista acerca del
voluntarismo resulta más y más difícil de cumplimentar en cuanto aumenta en
magnitud la amenaza al grupo. La cuestión crucial es, por lo tanto, si la
estrategia de la autodefensa popular puede ser efectiva cuando sea utilizada.
La respuesta parece ser
que sí, que la autodefensa popular puede ser efectiva. Por ejemplo, el
movimiento anarquista campesino del majnovismo en Ucrania desarrolló métodos
sumamente exitosos de lucha guerrillera contra fuerzas superiores en sus
batallas contra diversos ejércitos desde 1918-1921. E1 éxito militar de los majnovistas
acabó tan sólo cuando su ejército, debilitado tras sus victorias contra las
fuerzas derechistas, fue atacado por su anterior aliado": los
bolcheviques. Las colectividades españolas también alcanzaron un destacado
grado de movilización de la población durante el período de las milicias
populares De hecho, el apoyo y la moral tan sólo declinaron significativamente
cuando las milicias fueron militarizadas en manos del Estado. Experiencias
recientes, tales como las guerras indochinas y la resistencia al colonialismo y
al neocolonialismo en muchas zonas del mundo (Afganistán viene a ser el más
reciente ejemplo), han puesto en cuestión la habilidad del poderío de las
Naciones-Estados para destruir con éxito (o con provecho) la oposición en zonas
donde la guerra de guerrillas es vigorosamente apoyada por las comunidades
locales que se sienten afectadas.
En su
argumento final, Wertheimer señala, en contradicción con lo que él considera
ser la posición anarquistan los sufrimientos humanos no pueden siempre ser
atribuidos a los Estados y sus superestructuras legales". Este comentario
ilustra muy bien una de las ideas erróneas más comunes acerca de la naturaleza
del anarquismo, propiamente, al ser reducido a un mero antiestatismo u
oposición al gobierno. Sin embargo, al analizar las limitaciones sociales para
el desarrollo humano, los anarquistas no han restringido sus análisis a los
efectos del Estado. Su crítica abarca a todo el sistema de dominación,
incluyendo no tan sólo sus aspectos burocráticos y estatistas, sino también
factores tales como la explotación económica, la opresión racial, sexual, la
dominación tecnológica.
Los anarquistas
sostienen que las raíces de la presente crisis ecológica pueden encontrarse en
los sistemas prevalecientes de industrialismo y de alta tecnología
centralizada. El programa anarquista es tanto una estrategia para la liberación
humana como un plan para evitar la catástrofe ecológica global. Este programa
obviamente requiere una gran participación del desarrollo futuro, pero aun en
forma presente parece ser la única política práctica que ofrece una viable
síntesis entre los valores de autodesarrollo humano y de liberación con
aquellos de equilibrio ecológico y supervivencia global. Como Richard Falks
escribe la visión anarquista... de una fusión entre una confederación universal
y formas societarias orgánicas de carácter comunal permanece en el mismo centro
del único feliz prospecto para el orden mundial futuro".