Al
anarquismo que esta contra el orden establecido le gustaría destruir ese orden
o evadirse de el. Los anarquistas políticos están en contra de las
instituciones políticas; los anarquistas confesionales están, en algunos casos,
contra todo el orden material, probablemente porque ven el mundo como un
dominio inferior del ser y quieren mantener su vida lejos de su influencia.
Ambos grupos tienen ideas dogmáticas acerca de lo que es verdadero, bueno y
valioso para la humanidad.
Por ejemplo, después de
la Ilustración, el anarquismo político estuvo marcado por la fe en la ciencia y
en la luz natural de la razón. Supóngase que ya no hay mas limites: la luz
natural de la razón sabrá hasta donde se puede llegar. Supóngase que ya no hay
métodos de educación e instrucción: los hombres se educaran e instruirán a si
mismos. Supóngase que ya no hay instituciones políticas: los hombres se
reunirán en grupos que reflejen sus tendencias naturales, convirtiéndose así en
parte de una vida armoniosa (no alienada).
Hasta cierto punto la fe
en la ciencia esta justificada por el papel verdaderamente revolucionario que
desempeño en los siglos XVII y XVIII. Los anarquistas predicaban la destrucción
y, mientras, los científicos rebatían por completo la imagen armónica del mundo
de siglos anteriores, superaban un "saber" estéril, transformaban las
condiciones sociales y conseguían ensamblar cada vez con mayor perfección los
elementos de un saber nuevo acerca de lo que es al mismo tiempo verdadero y buen
para la humanidad.
En la actualidad esta
aceptación ingenua y, hasta cierto punto, infantil de la ciencia (que se puede
rastrear incluso en autores de izquierdas tan "progresistas" como
Althusser) se ha visto amenazada por dos descubrimientos; en primer lugar,
porque la ciencia ha pasado de ser una necesidad filosófica a convertirse en un
negocio, y, en segundo lugar, a causa de ciertos descubrimientos que afectan el
status de los hechos y de las teorías científicas. La ciencia del siglo XX ha
renunciado a toda pretensión filosófica y ha pasado a ser un gran negocio. Ya
no constituye una amenaza para la sociedad, sino que es uno de sus puntales mas
firmes. Se dejan de lado todo tipo de consideraciones humanitarias, así como
cualquier idea de progreso que suponga algo mas que una mera reforma local.
Tener un buen sueldo, estar en buenas relaciones con el jefe y con los colegas
con los que uno tiene que ver de una manera mas directa: estos son los
objetivos primordiales de los hombres. Hormigas que ponen todo su empeño en
solucionar problemas insignificantes, pero que fuera de su ámbito de
competencia son incapaces de entender el nexo entre las cosas. Supongamos que
alguien da un gran paso hacia adelante: irremisiblemente se hará de ello una
estaca con la que someter a golpes a la humanidad.
Además, se ha podido
comprobar que la ciencia no proporciona ninguna prueba sólida y que tanto sus
teorías como sus aserciones de tipo practico son hipótesis que a menudo no solo
son parcialmente falsas, sino incluso totalmente erróneas, ya que hacen
afirmaciones sobre cosas que jamas han existido, De acuerdo a esta
interpretación, que procede de John Stuart Mill (en su DE LA LIBERTAD) y cuyos
representantes contemporáneos mas relevantes son Karl Popper y Helmut Spinner,
la ciencia es un conjunto de alternativas rivales. La concepción
"reconocida" en un momento dado es aquella que aventaja a las demás,
ya sea debido a algún truco, ya sea debido a un mérito real...
Con su desagradable
modelo de educación y sus resultados indignos de confianza, la ciencia ha
dejado de ser un aliado de los anarquistas y se ha convertido en un problema.
El anarquismo epistemologico soluciona este problema en la medida en que supera
los elementos dogmáticos de las formas anteriores de anarquismo.
El anarquismo
epistemologico se diferencia tanto del escepticismo como del anarquismo
político (o confesional). Mientras que el escéptico o bien considera que todas
las opiniones son igualmente buenas o igualmente malas, o bien se abstiene de
hacer un juicio de este tipo, el anarquismo epistemologico no tiene
inconveniente alguno en pronunciarse a favor de las tesis mas banales o
insolentes. Mientras que al anarquista político le gustaría acabar con una
determinada forma de vida, el anarquista epistemologico puede, incluso, llegar
a defenderla, ya que nunca permanece eternamente ni a favor ni en contra de
ninguna institución ni de ninguna ideología.
Sus objetivos pueden
permanecer invariables o bien cambiar, sea por efecto de una argumentación, sea
por aburrimiento o simplemente porque quiere impresionar. Con una determinada
meta a la vista, el anarquista puede intentar conseguirla el solo o con ayuda
de grupos organizados; en este empeño puede apelar a la razón o a la emoción,
puede decidirse por el uso o no de la violencia. Su pasatiempo favorito
consiste en confundir a los racionalistas inventando los argumentos mas
imponentes para las doctrinas mas disparatadas. No hay opinión alguna, por
"absurda" o "inmoral" que parezca, que el anarquista no
tome en consideración y no tenga en cuenta a la hora de actuar, ni ningún
método que considere imprescindible. Lo único que el anarquista rechaza de
lleno son las normas generales, las leyes universales, las concepciones
absolutas acerca, por ejemplo, de la "Verdad", la
"Justicia", la "Integridad" y las conductas que estas
actitudes conllevan, aunque no niega que a menudo es una buena táctica el
comportarse como si hubiera tales leyes (tales normas, tales concepciones) y
uno creyera en ellas. Quizá reproche al anarquista confesional su rechazo de la
ciencia, del sentido común y del mundo material que ambos intentan comprender;
quizá incluso supere a cualquier premio Nobel en su defensa sin reservas de la
ciencia pura. Detrás de todos estos desafueros se esconde la convicción de que
el hombre dejara de ser esclavo y alcanzara al fin una dignidad que sea algo
mas que un ejercicio de prudente conformismo, cuando sea capaz de abandonar sus
convicciones mas fundamentales, incluso aquellas que presuntamente hacen de el un
hombre.