¿QUE ES LA A.I.T.?
"
La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos
"
I L A / A I T / I W A / I A A
INTRODUCCIÓN
ANARCOSINDICALISMO
OBJETIVOS Y FINALIDADES
SINGULARES CARACTERÍSTICAS DEL
ANARCOSINDICALISMO
HISTORIA DE LA INTERNACIONAL
ESTATUTOS DE LA ASOCIACIÓN
INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES
I INTRODUCCIÓN
II LOS PRINCIPIOS DEL
SINDICALISMO REVOLUCIONARIO
III NOMBRE DE LA ORGANIZACIÓN
INTERNACIONAL
IV FINALIDADES Y OBJETIVOS DE LA
A.I.T.
V CONDICIONES DE ADHESIÓN
VI DE LOS CONGRESOS
INTERNACIONALES
VII TRANSFERENCIA INTERNACIONAL
VIII EL SECRETARIADO
IX LAS FINANZAS
X PUBLICACIONES
Introducción
Desde
los albores de la humanidad, el progreso ha consistido siempre en la universalidad
de las cosas, Así surgieron, por la guerra y la dominación, los imperios, y
también las grandes supersticiones organizadas (religiones) que doblegan la
mente del individuo para mejor sumisión de los poderosos.
Con
las revoluciones burguesas y el cambio de manos del poder y del capital, se
crean los modernos Estados nacionales, como forma perfecta para mantener
aislados, y aún enfrentados, a los explotados del mundo. Es por ello el
internacionalismo el instrumento idóneo para, mediante una lucha sin cuartel,
acabar con el triple yugo del Estado-capital-religión que tiene sumida a la
mayor parte del género humano en la más absoluta de las miserias.
Hace
ya más de siglo y medio que los trabajadores de todo el mundo se tendieron la
mano y crearon la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.) como
fórmula previa para la consecución de la mejora moral y material del
proletariado, de una sociedad en libertad, sin explotación sin jerarquías de
ningún tipo.
Conscientes
de que a la libertad sólo se puede llegar por caminos de libertad, las
diferentes Secciones de la Internacional prefiguran en su funcionamiento la
anhelada sociedad futura: las decisiones se toman entre todos, los cargos son
destituibles en todo momento y sólo tienen carácter relacionador, no se admite
la delegación permanente, se aplica la acción directa, no se entra en el juego
burgués de los comités de empresa, las subvenciones o los cargos retribuidos...
Presentamos
hoy nuestra Internacional a quienes todavía no nos conocen. Para ellos hemos
trazado una definición de lo que es el anarcosindicalismo (o sindicalismo
revolucionario, o sindicalismo anárquico o libertario, que tanto da) extraída
de la versión española de la Enciclopedia Anarquista, así como una pequeña y
sucinta historia de la Internacional, también en parte sacada de la misma obra.
Finalizamos con nuestros Estatutos, completados y perfeccionados en el último
Congreso (diciembre de 1996).
Si
bien estos documentos que ofrecemos son importantes, quizá lo es más la práctica
cotidiana de todas las Secciones de la Asociación Internacional de los
Trabajadores.
Abril
de 1997
ANARCOSINDICALISMO
OBJETIVOS Y FINALIDADES
SINGULARES CARACTERÍSTICAS DEL
ANARCOSINDICALISMO
ANARCOSINDICALISMO
El
anarcosindicalismo es un medio de organización y un método de lucha y de acción
directa de los trabajadores que tiene sus raíces en los postulados de la
Primera Internacional y en los del sindicalismo revolucionario. Se inspira en
fuentes esencialmente federalistas y anarquistas y, con neta actuación
revolucionaria y clara orientación libertaria en la práctica, tiende
constantemente a conquistar las máximas mejoras, en todos los sentidos, para la
clase obrera, con miras a su integral emancipación la supresión de todo género
de explotación y de opresión del hombre por su semejante o por una institución
cualquiera, y al mismo tiempo lucha por la abolición de todo capitalismo y de
toda forma de Estado.
Opuesto
irreductiblemente a los sistemas sociales y políticos actualmente imperantes,
propugna por la transformación radical de las sociedades y regímenes en el-los
asentados y por la instauración de un medio social de convivencia humana basado
en los principios del comunismo libertario.
El
anarcosindicalismo no es una doctrina ni una filosofía. Su contenido teórico lo
extrae del socialismo humanista y principalmente del anarquismo, en cuyos
postulados de defensa integral de la personalidad humana, de la libertad, de
solidaridad, de apoyo mutuo y de asociación voluntaria y federativa, halla su
más sólido fundamento.
El
anarcosindicalismo, dentro del movimiento obrera moderno, constituye una
corriente sindical absolutamente independiente, de acusadas características
propias, lo mismo por su contenido básico que por su forma de organización y su
desenvolvimiento funcional, exento de todo centralismo y dc toda burocracia.
Tiene siempre en cuenta la personalidad del afiliado y estimula su
participación en la vida sindical. Respeta la autonomía de las secciones, de
los sindicatos, de la, federaciones y confederaciones. Se singulariza también
poi los métodos de acción directa que emplea, por su dinámica y estrategia de
lucha y por su orientación social finalista. Otro de sus rasgos distintivos
inconfundibles es su rechazo a toda colaboración de clases, a todo compromiso
con el capitalismo o con el Estado, aun en nombre del ”interés nacional” ; a
toda participación o intervención en organismo alguno mixto u oficial
dependiente del gobierno o del patronato; a los arbitrajes y legalismos y a
toda especie de intermediarios en las contiendas sociales cotidianas. El
anarcosindicalismo, considerándose en lucha permanente y sin tregua contra el
sistema que combate y se propone abolir, rehusa todo cuanto limite, coarte e
interfiera su libertad de acción. Su posición se halla siempre a la vanguardia
de la lucha social y de las reivindicaciones de los trabajadores. El
anarcosindicalismo mantiene vivo entre las masas obreras el espíritu
revolucionario. Las ejercita y entrena en el combate consciente y directo
voluntario, en el desarrollo de sus propias iniciativas, a la vez que
contribuye a su capacitación y máxima preparación, sobre todo con el fin de que
puedan asumir conscientemente, prescindiendo de todo partido político, sus
responsabilidades en la autogestión directa en la nueva sociedad libre, justa y
solidaria a construir y a organizar. En ella, suprimidas las clases, con la
ayuda de todos los adelantos científicos y técnicos, se procurará facilitar a
todos y a cada uno, por medio del trabajo y del esfuerzo individual y
colectivo, el máximo de bienestar y de seguridad, con imprescriptible,
intangible e inalienable respeto a la libertad y a la personalidad de cada ser
humano, objetivo primordial coincidente con el anarquismo.
El
anarcosindicalismo no pretende ser un fin en si ni crear una nueva ideología
social preferentemente sindicalista.
Tampoco
pretende asumir total y globalmente la representación y administración de la
sociedad nueva ni plasmarla en un sentido uniforme y de esquemas inamovibles.
Su concepción del comunismo anárquico está viva, abierta al provenir y a las
diversas modalidades perfectibles de aplicación, con tal que sean de base
esencialmente libertaria.
El
anarcosindicalismo tiene clara noción de que no depende de su sola y única
fuerza el desencadenar la revolución social para derrocar al capitalismo y al
Estado, para conseguir la renovación y la transformación de la sociedad, y de
que no podría tampoco asumir exclusivamente todas las responsabilidades
funcionales en el desenvolvimiento del futuro. No pretende convertirse en un
nuevo orden de su misma denominación, con predominio monopolizador
determinante,
Tampoco
presenta a los hombres el comunismo anárquico como una panacea o fórmula mágica
única de solución económica, social y política, sino como una de las más
viables, racionales, lógicas, justas y éticas finalidades de carácter
sociológico para la convivencia libre, armoniosa y solidaria entre los seres
humanos que desean y anhelan una sociedad nueva, sin antagonismos intestinos,
sin alienación de la individualidad y en la que las relaciones humanas puedan
desenvolverse sin constricciones autoritarias.
Presenta
la solución comunista libertaria con amplia y abierta concepción evolutiva y perfectible,
sin planes rígidos ni uniformes, pues, además de tener conciencia de las
grandes mutaciones y transformaciones que en el devenir se producirán en el
mundo y en la humanidad, no puede ignorar que las modalidades de aplicación del
comunismo anárquico, aun conservando y afirmando una coincidencia en sus
grandes líneas esenciales y en lo fundamental, encaminada siempre a su más
óptima plena y perfecta realización ofrecerán sus variantes, dadas las
condiciones reales, existentes en cada país, las ambientales, de mentalidad y
psicológicas las de los propios recursos naturales y de su mismo desarrollo
económico, industrial, etc., y por otras causas complejas, que tienen sus
influencias en el comportamiento de los hombres y que se hallan arraigadas en la
biología misma de las sociedades.
Las
mismas formas de organización sindical que adopta hoy el anarcosindicalismo
dentro del sistema capitalista, con sus estructuras industriales, agrícolas,
económicas, financieras y otras de tipo diverso complejo que le son
peculiares, y a las cuales aquél no puede dejar de tener presentes, para la
mayor eficacia de su combate ofensivo y defensivo, no son inamovibles. El
anarcosindicalismo, a través de sus propias experimentaciones, y sobre la
marcha, cuenta con aptitud y opción para modificarlas o perfeccionarlas,
siempre respetando las bases funcionales federalistas y de autonomía, la
finalidad y esencia libertaria, en razón de los cambios mismos que pueden
operarse al ser sustituido el sistema capitalista-estatal por la nueva sociedad
comunista libertaria, las bases de la cual exigirán necesarios e indispensables
cambios y reajustes, en el orden económico, de producción y de distribución
,funcional y de servicios, de organización del trabajo en la compleja y
complicadísima gama de cosas vitales y aspectos a considerar que afectan al
conjunto social.
El
anarcosindicalismo estima que el sindicato y la organización sindical de este
tipo puede y debe ser uno de los pilares más firmes en el que habrá de apoyarse
y sostenerse la sociedad.
Una
de las características y virtudes más apreciables del anarcosindicalismo es el
respeto absoluto a la personalidad del afiliado, al que invita constantemente a
militar de manera voluntaria, abnegada, desinteresadamente, en la vida y en la
marcha del sindicato, de sus secciones, de las federaciones, de la organización
en general; a asumir sus propias responsabilidades; a exponer libremente su
criterio, y a tomar sus opciones y decisiones en las asambleas; a participar
directamente en la actuación y en la lucha; a aplicar las disposiciones que se
deriven de aquellos acuerdos que, de común consenso, la organización haya
tomado. Los acuerdos se determinan de abajo a arriba dentro de la organización
anarcosindicalista.
En
ella los cargos, que se renuevan regularmente, son revocables. Se rechaza el
liderato y el burocratismo. La organización sindical anarcosindicalista cuenta
siempre con sus únicos y solos medios económicos, a base del producto de las
cotizaciones hechas efectivas por sus afiliados, para su desenvolvimiento,
actividades, propaganda, solidaridad, es decir, para todas las atenciones de
toda índole. Esto contribuye a asegurar su plena y total independencia. Puede
afirmarse que no hay una organización sindical tan honrada como la
anarcosindicalista. Sus militantes no pueden aspirar a sinecuras de ninguna
especie dentro de ella, y a lo largo de su existencia han de dar prueba y
ejemplo de su abnegación y recto proceder personal.
El
anarcosindicalismo entiende que no hay ni puede haber convivencia libre ni
justicia social dentro de la sociedad de clases. Que los fundamentos de ésta
perpetúan y consagran la división de los hombres. Que toda reforma que no
destruya los cimientos de aquélla no cambiará el fondo de las cosas para los
trabajadores, los cuales seguirán siendo oprimidos y explotados. Por estas y
otras razones de principio, se manifiesta contrario a la colaboración de
clases, a la cogestión, a aceptar la política de participación interesada en
las empresas capitalistas. Hay incompatibilidad absoluta entre el
anarcosindicalismo y el sistema capitalista-estatal.
El
anarcosindicalismo es antiparlamentario por su posición de principio
antiautoritaria y por considerar tal procedimiento absolutamente ineficaz desde
el punto de vista de la emancipación efectiva de la clase trabajadora. La
experiencia de la obra de los partidos políticos obreros de denominación
socialista, marxista, demócrata etcétera, que bajo la inspiración del marxismo,
especialmente, responsable éste de la escisión de la Primera Internacional y
del cultivo de la acción política representativa por parte de los trabajadores,
que va ya desde casi mediados del siglo pasado a nuestros días, partidos que en
ciertos períodos y lugares han llegado a obtener mayoría absoluta y a
formar gobiernos, como así lo hemos visto en varios paises, es suficientemente
elocuente y demostrativa de la esterilidad de la lucha en tal terreno.
Dentro
del sistema actual imperante todo gobierno socialista, socialdemócrata, de no
importa qué adjetivación, por el mecanismo mismo de las fuerzas de presión
existentes predominantes en dicho sistema; por el de sus redes y tentáculos
entrometidos en todas partes, se ve precisado a servir los propios intereses
del capitalismo y del Estado, en nombre del gran interés
<<nacional>> y en detrimento de los de la clase obrera.
En
1864, con ocasión de una exposición internacional en Londres, obreros ingleses
y franceses se reunieron en la sala San Martín con la idea de realizar la unión
estrecha entre los obreros de todos los países. Se formó un comité con la
misión de redactar un programa y los estatutos para la Unión internacional.
Como miembro de ese Comité fue elegido, entre otros, Carlos Marx, que tomaba
parte en los trabajos de la Unión El primer congreso internacional regular tuvo
lugar del 3 al 8 de septiembre de 1866, en Ginebra. En aquel congreso quedo
constituida definitivamente la organización nternacional, que adoptó el nombre
de Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.), A la cabeza de la
A.I.T. ,se hallaba el Consejo General, cuya misión era asegurar el lazo de
unión entre las diversas secciones de la organización.
Como
objetivo de la A,I.T., el programa especificaba la emancipación económica de la
clase obrera. Los estatutos dejaban a cada sección una completa independencia,
así como la libertad de entrar directamente en relaciones con el Consejo
General. El segundo congreso tuvo lugar en Lausana, del 2 al 7 de septiembre de
1867. En el tercer congreso ”celebrado en Bruselas, del 6 al 13 de septiembre
de 1868, fue designada la huelga general como el único medio de impedir la
guerra y de asegurar la paz. El cuarto congreso se celebró en Bruselas, del 6 al
13 de septiembre de 1869. En ese congreso empezaron las grandes discusiones
entre Marx y Bakunin. El primero preconizaba el centralismo, el parlamentarismo
y la acción política como medios de lucha. El segundo predicaba el
antiestatismo y el federalismo. Fue en ese congreso donde se vio por primera
vez el gran éxito de la idea federalista y la importancia de las uniones
obreras. Allí fue donde se afirmó la idea de la anulación del Estado y de
reemplazarlo por las uniones de productores. Los comienzos de Bakunin en la
Internacional fueron un éxito, así como la influencia creciente del ala
antiautoritaria, federalista. Esta era peligrosa para Marx y sus partidarios.
Entonces empezó todo un juego de intrigas contra los federalistas que llegó a
la disolución de la sección de Ginebra. La sede del Consejo General se hallaba
en Londres y estaba bajo la influencia de Carlos Marx. En 1870 no hubo
congreso, a causa de la guerra. En 1871, el Consejo General convocó en Londres,
una conferencia cerrada, a la cual fueron invitados y estuvieron presentes
sobre todo delegados partidarios de Marx y del Consejo General. .
Los
belgas, los españoles y los italianos se inclinaban, con Bakunin, hacia el
federalismo. Las organizaciones del Jura no estaban presentes en la conferencia.
La invitación fue hecha de tal forma que los partidarios del Consejo General se
hallaron en mayoría. La conferencia fue utilizada por Marx para declarar
obligatoria la acción parlamentaria, rechazada por el lado latino. Eso
aconteció por medio de la votación y la adopción de la resolución siguiente:
Visto
que el proletariado, como clase, no podría alzarse contra la violencia
colectiva de las clases poderosas de otra manera que constituyéndose en un
partido político particular, en la lucha contra todos los viejos partidos de
las clases burguesas; que la constitución del proletariado en un partido
político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y de
su objetivo final, la abolición de las clases; que la unión de las fuerzas de los
trabajadores, que fue ya lograda con ayuda de las luchas económicas, tendrá que
servir también como palanca para las masas de esta clase en su lucha contra el
poder político de los explotadores, la conferencia declara a los miembros de la
Internacional que, en vista del estado de guerra en el cual se encuentra la
clase obrera, su acción económica y política están ligadas de manera
inseparable.
Conforme
a esto, la potencia del Consejo General aumentó. Se apropió un poder
autoritario vis a vis de las secciones, con el objeto de velar por la doctrina,
El lado latino, que se erguía contra el centralismo y el parlamentarismo, tenía
que ser descartado. De esta manera se incrustó una cuña en la Internacional,
cuña que finalmente acarrearía una escisión provocada directamente por Carlos
Marx en el Quinto Congreso, celebrado en La Haya, del 2 al 7 de septiembre de
1872.
Los
partidarios de Marx disponían de 40 votos, los federalistas sólo de 25. Esta
proporción desigual de votos fue el resultado de una maquinación de Marx. Tomó
todas las disposiciones para que los delegados de Alemania, en donde se
hallaban sus partidarios, viniesen en crecido número al Congreso. Así fue
fabricada una mayoría marxista. El congreso de La Haya aprobó las decisiones de
la conferencia de Londres. La fuerza del Consejo General aumentó
todavía y se introdujo en los estatutos de la Internacional un artículo
sobre la necesidad de la acción política. El punto de vista de los
federalistas, los del Jura a la cabeza, fue expuesto por James Guillaume.
Precisó la diferencia entre marxistas y federalistas, declarando que los
primeros buscaban conquistar el poder político por medio de la participación en
las elecciones parlamentarias, mientras que los segundos trataban de
destruirlo. Marx se aprovechó igualmente de ese congreso para lanzar
calumnias contra Bakunin, que no estabat presente. Fue formada una comisión
compuesta en su mayoría por partidarios de Marx, la cual aprobó la
expulsión de Bakunin, de Guillaume, de Schwizguébel y otros más del seno de la
Internacional. La expulsión de los dos primeros fue decidida a pesar de la
declaración dcl presidente de la Comisión, el delegado alemán Cuno, en el
sentido de que no había pruebas materiales contra los acusados. La minoría
presentó, en la persona de Víctor Dave, una declaración diciendo que
tenía la intención de defender dentro de la Internacional la autonomía
federal.
De
este forma, las pretensiones injustas y autoritarias de los marxistas trajeron
la escisión de la Internacional.
Los
federalistas organizaron entonces,a su vez, el Congreso de Saint-Imier, el 15
de septiembre de 1872, en el cual participaron todos los elementos
antiautoritarios y federalistas de la Internacional. Toda el ala latina; de
esta última estaba representada, particularmente las secciones del Jura, de
Italia, de España, de Francia y dos secciones americanas. En ese congreso
fueron formulados los principios fundamentales del movimiento obrero
libertario, que pueden servir como indicadores del camino al proletariado revolucionario
de la época. Las resoluciones sobre la acción política, así como sobre las
uniones profesionales y sus tareas se expresan de la manera siguiente:
Considerando:
que
querer imponer al proletariado una línea de conducta o un programa político
uniforme como vía única que pueda conducirle a su emancipación social es una
pretensión tan absurda como reaccionaria; que nadie tiene derecho de privar a
las federaciones y secciones autónomas del derecho incuestionable de
determinarse ellas mismas y de seguir la línea de conducta política que crean
mejor y que todo proceder contrario conducirá fatalmente al más escandaloso
dogmatismo; que las aspiraciones del proletariado deben tener como objetivo el
establecimiento de una organización y de una federación económicas
absolutamente libres, fundadas sobre el trabajo y la igualdad del todo
independientes de todo gobierno político, y que esta organización y esta
federación no pueden ser más que el resultado de la acción espontánea del
proletariado mismo, gremio de artesanos y de comunas autónomas
Considerando:
que
toda organización política no puede ser más que la organización del poder en
provecho de una clase y en detrimento de las masas, y que si el proletariado
quisiera apoderarse del poder se convertiría en una clase dominante y
explotadora,
el
Congreso reunido en Saint-Imier: declara:
lº
Que la destrucción de todo poder político es el primer deber del proletariado;
2º
Que toda organización de poder político – aunque se suponga que es provisional
y revolucionaria – destinada a efectuar esa destrucción no puede ser más que un
engaño y será tan peligrosa para el proletariado como todos los gobiernos
existentes hoy en día;
3º
Que los proletarios de todos los países deben rechazar todo compromiso en el
camino de la Revolución Social y deben establecer una intensa solidaridad de
acción revolucionaria, al margen de toda política burguesa.
También
se adoptó esta resolución:
La
libertad y el trabajo son la base de la moral, de la fuerza, de la vida y de la
riqueza del porvenir. Pero el trabajo, si no es libremente organizado, se
vuelve opresivo e improductivo para el trabajador y es por eso que la
organización del trabajo es la condición indispensable de la verdadera y
completa emancipación del obrero.
Sin
embargo, el trabajo no se puede ejercer libremente sin la posesión de las
materias primas y de todo el capital social; no se puede organizar si antes no
se emancipa de la tiranía política y económica, conquistando el obrero el
derecho a desenvolverse completamente en la aptitud de todas sus facultades.
Todo Estado, es decir, todo gobierno y toda administración de las masas
populares de arriba a abajo, al estar fundados necesariamente sobre la
burocracia, sobre los ejércitos, sobre el espionaje y sobre el clero, no podrán
establecer jamás la sociedad organizada sobre el trabajo y sobre la justicia,
ya que, por la naturaleza misma de su organización están fatalmente empujados a
oprimir al trabajador y a negar la justicia.
Según
nosotros, el obrero no podrá jamás emanciparse de la opresión secular si no
sustituye a ese cuerpo absorbente y desmoralizador por la libre federación de
todos los grupos productores, fundada sobre la solidaridad y la igualdad.
Después
de los congresos de 1872, el de La Haya y el de Saint-lmier, los congresos de
las dos tendencias se celebraban separadamente. El Consejo General de la
mayoría marxista fue transferido a Nueva York. Aquí fue su entierro.
Contrariamente, todas las secciones de la Internacional, a excepción de la
sección alemana, abrazaron el punto de vista de las secciones del Jura. Las
Trade Unions inglesas estaban de igual modo contra el Consejo General dirigido
por Marx.
Cuando
un año más tarde las dos tendencias, la marxista y la federalista, convocaron
sus congresos en Ginebra, esos congresos se celebraron separadamente.
El
segundo Congreso de los antiautoritarios tuvo lugar del 1 al 6 de septiembre de
1873, el de los marxistas del 8 al 13 de septiembre. Se veía claro, ahora, que
los marxistas se hallaban en plena derrota. Fue el último Congreso. El Congreso
dc los federalistas fue muy frecuentado. Elaboró nuevos estatutos para la
Internacional. El Consejo General fue suprimido.
La
cuestión de la huelga general fue discutida, aunque no fue definitivamente
solucionada visto el número restringido de organizaciones obreras en esa época.
El Congreso de los marxistas fue un fracaso completo. Aparte de los delegados
alemanes y austríacos, no hubo apenas otras representaciones, de forma que se
vio obligado a renunciar a nuevas convocatorias para congresos ulteriores. El
ala antiautoritaria y federalista se mantuvo. Mas ella también sufrió mucho,
por una parte, a causa de la escisión provocada por Marx, y, por otra, a causa
de la reacción general instaurada en toda Europa después de la caída de la
Comuna. Todavía se celebraron tres congresos: el 3º en Bruselas, del 7 al 13
septiembre de 1874; el 4º en Berna, del 26 al 29 de octubre de 1876; y el 5º en
Verviers, del 6 al 8 de septiembre de 1877. En 1877 tuvo lugar en Ginebra un Congreso
general socialista de donde nació la Internacional socialdemócrata. No tardaron
en entenderse las dos internacionales marxistas, y se creó una oficina común
para las dos, Fue el fin de los congresos y de la Internacional.
A
partir de ese momento empezó otro periodo que dio origen a la formación y
organización de la internacional conocida con el nombre de Segunda
Internacional.
La
época que siguió fue de franca decadencia del movimiento obrero internacional.
La hegemonía de Alemania sobre el continente europeo, después de la guerra de
1870-71, trajo también una preponderancia del movimiento obrero alemán sobre el
de los otros países, en especial en los latinos.
Con
esto, lo métodos alemanes del parlamentarismo tomaron superioridad, mientras
que el ala federalista de la Primera Internacional iba declinando de día en
día.
Pasaron
algunos años antes que los elementos libertarios estuvieran suficientemente
fuertes, en el seno del movimiento obrero, para que pudieran reunirse en un
plano internacional. Con el desarrollo del sindicalismo revolucionario
antiestatal se vivificó el movimiento obrero internacional en cl sentido de la
tendencia antiautoritaria de la Primera Internacional. Al considerar esta
tendencia, desde el punto de vista económico, a las organizaciones
profesionales como los órganos llamados a guiar la lucha del proletariado
consciente de su deber de clase y como los indicados para llevar a cabo la
revolución social, el sindicalismo revolucionario tomó fuerza y continuó esta
tendencia.
En
1913 se reunieron en Londres los delegados de las organizaciones sindicalistas
revolucionarias de casi todos los países europeos y de otros lugares, con el
fin de poner la primera piedra de la nueva internacional obrera que seguiría
.el camino trazado por la Primera Internacional. La resolución principal
adoptada en Londres decía:
El
primer Congreso Internacional Sindicalista reconoce que la clase obrera de
todos los países sufre la misma represión por parte del Estado y del sistema
capitalista. Por tal motivo se declara en favor de la lucha de clases, de la
solidaridad internacional y de la organización independiente de la clase obrera
sobre la base de unión federativa.
Tiende
éste a la elevación material y moral inmediata de la clase obrera hasta la
destrucción total del capitalismo y del Estado.
Este
declara, además, que la lucha de clases es una consecuencia necesaria de la
posesión privada de los medios de producción y de distribución y que, por ende,
este Congreso tiende a la socialización de esos medios.
En
este sentido deben orientarse la constitución y el desarrollo de las
organizaciones sindicalistas, ya que ellas están en las mejores condiciones de
poder asegurar la producción y la distribución de los productos en beneficio de
la sociedad entera.
Comprobando
que los sindicatos internacionales no pueden realizar con éxito la lucha de
clases si los obreros continúan divididos por diferencias políticas y
religiosas, el Congreso declara que la lucha de clases, como tal, no podrá
tener más que carácter económico, por lo que las organizaciones obreras no
deben buscar el fin enunciado por medio de colaboraciones con el gobierno ni
con sus aliados, y que ellas se deben apoyar únicamente en el poder de las
organizaciones y en su acción directa.
Como
consecuencia de esta declaración el Congreso hace un llamamiento a los
trabajadores de todos los países para que se unan en organizaciones
industriales, federales, independientes, sobre la base de la solidaridad
internacional, con el fin de liberarse completamente de la opresión ejercida
por el Estado y el capitalismo.
Desgraciadamente,
la obra encaminada a conseguir la unión internacional de las organizaciones
industriales revolucionarias libertarias fue interrumpida por la guerra que
estalló en 1914. Todos los países se cerraron herméticamente. Toda relación
internacional de los trabajadores fue casi imposible. La reacción duró hasta el
fin de la guerra. La revolución en Rusia y en Europa Central creó una nueva
situación. Las fuerzas dispersas del proletariado revolucionario volvieron a
unirse. Sin embargo, una tentativa de continuar la obra emprendida en Londres
en 1913 tuvo éxito en 1920. Ese año se celebró una conferencia sindicalista
preliminar en Berlín, del 16 al 21 de diciembre. Se adoptaron las siguientes
resoluciones:
1º
La Internacional Revolucionaria del Trabajo se declara sin reserva alguna en
pro de la lucha de clases revolucionaria y del poder de la clase obrera.
2º
La Internacional Revolucionaria del Trabajo tiende a la destrucción y al
aniquilamiento del régimen económico, político y moral del sistema capitalista
y tiende a la fundación de una sociedad comunista libre.
3º
La conferencia tiene plena conciencia que la clase obrera es la única que está
en condiciones de destruir la esclavitud económica, política y moral, impuestas
por el capitalismo, si aplica de manera severa y enérgica sus medios de poder
económico, los cuales encuentran sus más potentes medios de expresión para
lograr ese fin en la acción directa revolucionaria de la clase obrera.
4º
Como consecuencia, la Internacional Revolucionaria del Trabajo hace suyo el
punto de vista de que la construcción y la organización de la producción y de
la distribución son tareas primordiales en la organización económica de cada
país.
5º
La Internacional Revolucionaria del Trabajo es completamente independiente de
todo partido político. En caso que la Internacional Revolucionaria del Trabajo
decidiera una acción determinada y algún partido político o cualquier
organización se declarasen de acuerdo con esa acción o viceversa, entonces, la
ejecución de esta acción puede hacerse en común con esos partidos y
organizaciones.
6º
La Conferencia hace un llamado urgente a todas las organizaciones sindicalistas
revolucionarias e industriales invitándolas a tomar parte en el Congreso
convocado para el l’ de mayo de 1921 en Moscú por el Consejo Provisional de la
Internacional Sindical Roja (I.S.R.) con el fin de fundar una I nternacional
Revolucionara del Trabajo unificada para todos los trabajadores del mundo.
Cuando
en el verano de 1921 tuvo lugar en Moscú el Congreso constitutivo de la
Internacional Sindical Roja (I.S.R.) los sindicalistas revolucionarios
estuvieron allí representados en gran número. También hubo, sin embargo,
organizaciones sindicalistas revolucionarias que ya en esa ’.poca adoptaban el
punto de vista de no querer vivir bajo los auspicios del gobierno de Rusia. En
primera línea de ese punto de vista se encontraban los sindicalistas alemanes
que, con motivo de una delegación enviada a Moscú, habían hecho previamente un
referéndum en sus filas que dio resultado negativo. Se suponía, por otra parte,
que los comunistas rusos no tolerarían jamás una internacional sindicalista
revolucionaria verdaderamente independiente, es decir antiautoritaria, ya que
ellos defendían la teoría según la cual el Partido debía ejercer una dictadura
sobre uniones profesionales. Esta suposición estaba plenamente justificada,
Habiendo formado una mayoría con arreglo a sus deseos, los usos lograron ahogar
la opinión de los sindicalistas revolucionarios, Pero ya en Moscú la minoría
estrechó sus lazos poniéndose de acuerdo acerca de la publicación de un
manifiesto contra el Congreso. En el Congreso de los anarcosindicalistas en
Dusseldorf en el otoño de 1921, tuvo lugar una pequeña conferencia
internacional con delegados de Estados Unidos, Suecia, Holanda y Alemania.
En
esa conferencia se tomó la decisión de convocar en Berlín, al año siguiente,
una conferencia internacional de las organizaciones que no estuvieron de acuerdo
con las decisiones del Congreso de Moscú. Esa conferencia preliminar de los
sindicalistas tuvo lugar en Berlín, del 16 al 18 de junio de 1922. Estaban
representadas en ella: La Frei Arbeiter Union Deutschlands (Alemania), la
Unione Sindicale Italiana (Italia), la Confederación General del Trabajo
Unitaria (Francia), la Confederación Nacional del Trabajo (España), la Sveriges
Arbetaren Centralorganization (Suecia), la Norsk Sindikalistisk Federation
(Noruega), la minoría sindicalista de las uniones profesionales rusas y la
Federación Obrera Regional Argentina. Fue admitido como observador un
representante de las uniones profesionales rusas.
La
última gran discusión con las uniones profesionales rusas tuvo lugar en esta
conferencia. En el momento que debía ser elaborada una resolución de protesta
contra las persecuciones de los obreros revolucionarios, los representantes de
la minoría sindicalista de Rusia intentaron también abogar por la liberación de
los revolucionarios encarcelados en la Rusia soviética. El representante de las
uniones profesionales rusas, Andreieff, defendió los puntos políticos del
gobierno ruso. Estalló entonces una dura discusión. Finalmente, fue nombrada
una Comisión que presentó claramente al representante de las uniones profesionales
rusas, las dos cuestiones siguientes:
lº
¿El Comité Central de las uniones profesionales rusas piensa intervenir, de
manera formal, con vistas a la liberación de todos los sindicalistas y
anarquistas encarcelados por sus ideas?
2º
¿Tiene el mismo Comité la intención de exigir que los camaradas puedan
desarrollar libremente sus actividades revolucionarias dentro de las uniones
profesionales, a condición de que no luchen contra el gobierno ruso con las
armas en la mano?
La
respuesta a esas cuestiones fue dada por tres veces, pero siempre equívoca. Se
vio con claridad que el gobierno ruso era defendido por las uniones
profesionales rusas. La Conferencia se pronunció entonces en favor de los
revolucionarios encarcelados en la Rusia soviética. Cuando el representante de
las uniones profesionales rusas comprendió que tenía la partida perdida
abandonó la Conferencia. Desde ese momento la separación de las uniones
profesionales autoritarias de la Rusia soviética y de las organizaciones
sindicalistas revolucionarias antiautoritarias fue un hecho definitivo. La
Conferencia elaboró en diez tesis una declaración de principios del
sindicalismo revolucionario que fue aprobada unánimemente. Esta declaración fue
adoptada casi íntegramente por el Congreso constitutivo ulterior de la
Asociación Internacional de los Trabajadores, La citamos más abajo. A
continuación la Conferencia adoptó una resolución contra la Internacional Roja,
pues, según se afirmaba en aquella resolución no se veía la verdadera base
sobre la cual podría unirse el proletariado revolucionario del mundo entero. Se
constituyó una oficina provisional que debía convocar a un congreso
internacional de los sindicalistas revolucionarios.
A
ese congreso fueron invitadas también las organizaciones adheridas a la
Internacional Roja. La sede de la oficina fue fijada en Berlín.
En
fin, del 25 de diciembre de 1922 al 2 de enero de 1923 tuvo lugar, en Berlín,
el Congreso constitutivo de los sindicalistas revolucionarios. En ese Congreso
estaban representadas las organizaciones sindicales revolucionarias de
Argentina, Chile, Dinamarca, Alemania, Francia (Comité de defensa
sindicalista), Holanda, Italia, México, Noruega, Portugal, Rusia (la minoría),
Suecia, España, Checoslovaquia la minoría. Allí se aprobó la declaración de
principios, se elaboraron los estatutos y se adoptó el nombre de Asociación
Internacional de los Trabajadores. Así resucitó la A.I.T.” tanto de nombre como
en esencia,
La
A.I.T. tuvo su II Congreso en Holanda, en la primavera de 1925. La organización
se consolidó. Tomó claramente posición frente a las otras tendencias
dentro del movimiento obrero.
Digna
de señalar es la resolución de clausura del III Congreso, celebrado en 1928, en
Lieja (Bélgica), en la que se decía: ...
El
proletariado debe, en efecto, recordar constantemente que su liberación no será
posible más que en la desaparición del orden social existente y que únicamente
cuando haya conquistado los medios de producción de distribución y de cambio
podrá instaurar el verdadero socialismo, permitiendo al individuo expansionarse
libremente.
Veinticinco
países estuvieron representados en el IV Congreso, celebrado en Madrid, en
junio de 1931. Congreso laborioso y de trascendental importancia, fijó normas
de organización de las Federaciones Internacionales de Industria y se pronunció
netamente contra las doctrinas nacionalistas y contra el fascismo.
En
el V Congreso, celebrado en París en el verano de 1935, el estudio se centró
sobre la situación que se había creado con la victoria del fascismo y la
contrarrevolución en América :Latina, Austria, Alemania, Italia, Portugal y
otros países.
Aquella
preocupación la comprobación del peligro creciente que ella representaba y la
adopción de medidas defensivas necesarias no impidió que, a su vez, fuesen
examinadas cuestiones de orden interno, introduciéndose algunas modificaciones
en sus estatutos.
Después
del VI Congreso (París 1938), las actividades de la Internacional habían de
sufrir una momentánea reducción. El conflicto mundial desencadenado por el
nazifascismo en 1939 rompió en gran parte las relaciones del Secretariado
Internacional (radicado en Suecia) con las respectivas secciones.
El
VII Congreso no se celebró hasta 1951, en Toulouse (Francia), Asistían al mismo
delegaciones de la Sección Española (representaciones de la organización
clandestina del interior y del exilio), de Bulgaria (exilio), Suecia,
Inglaterra, Alemania, Argentina, Italia, Holanda, Noruega, Dinamarca, Austria y
Cuba. Entre las resoluciones fundamentales de aquel comicio conviene señalar la
de la creación de subsecretariados internacionales en áreas geográficas o
lingüisticas.
En
el mes de julio de 1953, en la ciudad de Puteaux (Francia), se celebró el VIII
Congreso Internacional, con la asistencia de 19 delegaciones, de las cuales 5
estaban en calidad de observadores. Este Congreso puso punto final al problema
planteado en el seno de la A.I.T. por la actitud de la C.N.T. española durante
la guerra civil y la revolución en aquel país, reconociendo que aquella actitud
de colaboración de carácter transitorio, había sido superada y zanjada por los
acuerdos de esta misma Sección en su Congreso de 1945, en París.
Participaron
en el IX Congreso (Marsella – Francia – 1956) las secciones de Suecia,
Dinamarca, Francia, Noruega, España, Uruguay, Argentina, Italia, Bulgaria,
Chile, Holanda y Gran Bretaña. En el mismo comenzaron a señalarse las
diferencias fundamentales que iban a provocar años más tarde la separación de
las secciones holandesa y sueca, partidarias de una adaptación de los
principios y tácticas de la A.I.T. a las situaciones especiales que pudieran
plantearse en cada país, abandonando la acción directa y encaminándose hacia
las tácticas de cogestión.
El
Congreso, después de varias sesiones dedicadas a la discusión de este aspecto
fundamental, ya que iba a determinar un cambio completo de línea
revolucionaria, reafirmó netamente los principios y tácticas de la A.I.T.
contra la voluntad de las dos secciones más arriba mencionadas.
El
mismo problema había de venir, sin embargo, a las deliberaciones del X
Congreso, celebrado dos años después, al plantearse la especial posición de la
sección sueca que, por el abandono de los principios y tácticas reafirmados por
la Internacional, se colocaba al margen de la misma.
Se
llegó a la resolución de crear grupos de ”Amigos de la A.I.T..” allá donde la
presencia de un pequeño grupo de militantes permitiese la realización de la
propaganda tal como fue decidida en el Congreso.
El
XI Congreso (Burdeos, 1961) se desarrolla en plena ”Guerra Fría” ; los
sindicatos del mundo se orientan hacia una de las tres organizaciones
internacionales reformistas: cristiana, socialdemócrata o comunista. La A.I.T.,
pasa por momentos difíciles, con sus Secciones más emblemáticas minimizadas por
la represión estatal.
El
debate sobre las relaciones con otras internacionales sindicales no estuvo
ausente del XII Congreso (Puteaux, 1963).
Más
constructivo resulta el XIII Congreso (Burdeos, 1967). Se estudian ponencias
sobre economía, colectivismo, cooperativismo y sobre la manera de hacer más
eficaz la propaganda.
El
XIV Congreso, celebrado en Montpellier en 1971, hace un estudio para la
penetración de la Internacional en los países subdesarrollados y se define la
autogestión que durante la Revolución Española de 1936-39 se llamó
colectivización y socialización.
También
fue el XV Congreso (París, 1976) prolífico en resoluciones sobre la
problemática del mundo: guerras por doquier, dictaduras, hambre, degradación
del medio ambiente...
Al
XVI Congreso (París, 1979) se incorporan nuevas Secciones y la C.N.T. española
está representada, tras muchos años de dictadura, por una delegación del
interior. Se estrechan las relaciones con la Internacional de Federaciones
Anarquistas.
En
1984 se celebra en Madrid el XVII Congreso. Se admiten nuevas Secciones y se
adoptan importantes resoluciones analizando la situación del mundo y las
tensiones creadas por los dos imperialismos (U.S.A.. y U.R.S.S.) que se han
repartido la hegemonía en dos zonas de influencia.
El
XVIII Congreso (Burdeos, 1988) analiza una serie de problemas enraizados en el
mundo laboral (paro, emigración...).
Tres
años después de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe del comunismo de
Estado, se celebra el XIX Congreso (Colonia, 1992). En él se elaboran
estrategias de penetración en los países del antiguo bloque soviético, así como
un estudio sobre el racismo. Fruto de este Congreso será la celebración de una
conferencia internacional sobre sexualidad.
A
principios de diciembre de 1996 se celebra en Madrid el XX Congreso, A la
alegría de dar la bienvenida a siete nuevas Secciones y a dos grupos de ”Amigos
de la A.I.T.”, se une la tristeza de tener que prescindir de parte de las
organizaciones de Francia y de Italia por su participación en maniobras reformistas.
Se amplían los Estatutos de la A.I.T., con el fin de contemplar situaciones
como la degradación del medio ambiente o la discriminación por razones de
sexualidad. Se hacen más explícitas las negativas a subvenciones, cargos
retribuidos y participación en comités de empresa. Se da el espaldarazo a los
subsecretariados con la reactivación del latinoamericano. El futuro es
esperanzador: existen Secciones de la Internacional en los cinco continentes.
ESTATUTOS DE LA ASOCIACION
INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES
I INTRODUCCIÓN
II LOS PRINCIPIOS DEL
SINDICALISMO REVOLUCIONARIO
III NOMBRE DE LA ORGANIZACIÓN
INTERNACIONAL
IV FINALIDADES Y OBJETIVOS DE LA
A.I.T.
V CONDICIONES DE ADHESIÓN
VI DE LOS CONGRESOS
INTERNACIONALES
VII TRANSFERENCIA INTERNACIONAL
VIII EL SECRETARIADO
IX LAS FINANZAS
X PUBLICACIONES
La
lucha secular entre explotados y explotadores ha adquirido una amplitud
amenazadora. El Capital, omnipotente, levanta nuevamente su cabeza monstruosa.
A pesar de las luchas intestinas que desgarran a la burguesía y al capitalismo
cosmopolitas, éstos se encuentran ya en magníficas condiciones de relación que
han de permitirles lanzarse con más unidad y fuerza sobre el proletariado y
uncirlo al carro triunfante del Capital.
El
capitalismo se organiza, y de la situación de defensa en que se encontraba, se
lanza ahora a la ofensiva en todos los frentes de la clase trabajadora. Esta
ofensiva tiene su origen profundo en causas bien concretas: en la confusión de
ideas y principios que existe en las filas del movimiento obrero, la falta de
claridad y de cohesión sobre las finalidades actuales y futuras de la clase
obrera, y la división en sectores innumerables; en una palabra, en cuanto
constituye debilidad y desorganización del movimiento obrero.
Contra
este ataque cerrado e internacional de los explotadores de toda laya, no cabe
más que el empleo de un solo procedimiento: la organización inmediata del
ejército proletario en un organismo de lucha que recoja en su seno a todos los
obreros revolucionarios de todos los países, constituyendo con ellos un bloque
granítico contra el cual irán a estrellarse todas las maniobras capitalistas,
las que al fin acabarían por ser aplastadas por la fuerza de su peso enorme.
Este
movimiento de emancipación no puede aceptar las líneas de conducta indicadas
por aquellas tendencias del movimiento obrero que aspiran a la armonía entre el
capital y el trabajo, deseando una paz internacional con el capitalismo e
incorporándose en el Estado burgués. Tampoco puede aceptar las tendencias que
propagan los principios de la dictadura del proletariado, contrarios a la
finalidad de la mayor libertad posible y del bienestar para todos, pues ésta es
la finalidad de todos los obreros conscientes.
Contra
la ofensiva del Capital y contra los políticos de todos los matices, los
trabajadores revolucionarios de todo el mundo deben levantar una verdadera
Asociación Internacional de los Trabajadores, en la que cada miembro sepa que
la emancipación de la clase obrera no será posible hasta que los obreros mismos
en su calidad de productores logren prepararse en sus organizaciones económicas
para la toma de posesión de las tierras y de las fábricas y capacitarse,
también, para administrarlas en común, de manera que ellos se encuentren en
condiciones de poder continuar la producción y asegurar toda la vida social.
Con
esta perspectiva y esta finalidad delante de sí, el deber de los trabajadores
consiste en la participación en toda acción que implique fines de
transformación social, siempre con la intención de aproximarse a la realización
de nuestros propios fines; haciendo sentir, en dicha participación, el peso de
nuestra propia fuerza, esforzándonos para dar a nuestro movimiento, por la
propaganda y la organización los medios necesarios que le permitan sustituir a
sus adversarios. Lo mismo, en todas partes donde sea posible, hay que realizar
nuestro sistema social a título de modelo y ejemplo, y nuestras organizaciones
deben ejercer, en el marco de sus posibilidades, la máxima influencia sobre las
otras tendencias para incorporarlas en nuestra propia acción, es decir, la
lucha común contra todos los adversarios estatales y capitalistas, siempre
teniendo en cuenta las circunstancias de lugar y de tiempo, pero conservando
fielmente las finalidades del movimiento emancipador de los obreros.
1.–
El sindicalismo revolucionario, basándose en la lucha de clases, tiende a la
unión de todos los trabajadores dentro de organizaciones económicas y de
combate, que luchen por la liberación del doble yugo del capital y del Estado.
Su finalidad consiste en la reorganización de la vida social asentándola sobre
la base del Comunismo Libertario y mediante la acción revolucionaria de la
clase trabajadora. Considerando que únicamente las organizaciones económicas
del proletariado son capaces de alcanzar este objetivo, el sindicalismo
revolucionario se dirige a los trabajadores en su calidad de productores, de
creadores de riquezas sociales, para germinar y desarrollarse entre ellos, en
oposición a los modernos partidos obreros, a quienes declara sin capacidad para
una reorganización económica de la sociedad.
2.–
El sindicalismo revolucionario es enemigo convencido de todo monopolio
económico y social, y tiende a su abolición mediante la implantación de comunas
económicas y de órganos administrativos regidos por los obreros de los campos y
de las fábricas, formando un sistema de libres consejos sin subordinación a
ningún poder ni partido político alguno. El sindicalismo revolucionario erige,
contra la política del Estado y de los partidos, la organización económica del
trabajo, opone al gobierno del hombre sobre el hombre la gestión administrativa
de las cosas, No es, por consiguiente, la finalidad del sindicalismo
revolucionario la conquista de los poderes políticos, y si la abolición de toda
función estatal en la vida de la sociedad.
El
sindicalismo revolucionario considera que con la desaparición del monopolio de
la propiedad debe desaparecer, también, el monopolio de la dominación y que
toda forma de Estado, encúbrase como se quiera, no podrá ser nunca un
instrumento de liberación humana, antes al contrario, será siempre el creador
de nuevos monopolios y de nuevos privilegios.
3.–
El sindicalismo revolucionario tiene una doble función a cumplir: la de
proseguir la lucha revolucionaria de todos los días por el mejoramiento
económico, social e intelectual de la clase obrera dentro de los limites de la
sociedad actual, y la de educar a las masas para que sean aptas para una
gestión independiente en el proceso de la producción y de la distribución así
como para la toma de posesión de todos los elementos de la vida social. El
sindicalismo revolucionario no acepta que la organización de un sistema social
descansando totalmente sobre el productor, pueda llegar a ser ordenado por unos
simples decretos gubernamentales, y afirma que solamente puede lograrse por la
acción común de todos los trabajadores manuales e intelectuales, en cada rama
de industria, por la gestión, dentro de las fábricas, de los mismos
trabajadores, de tal manera que cada agrupación fábrica o rama de industria sea
un miembro autónomo en el organismo económico general y ordene
sistemáticamente, sobre un plan determinado y sobre la base de acuerdos mutuos,
la producción y la distribución como mejor interese a la comunidad.
4.–
El sindicalismo revolucionario es opuesto a todas las tendencias de
organización inspiradas en el centralismo del Estado y de la Iglesia, porque
sólo pueden servir para prolongar la vida del Estado y de la autoridad, y para
ahogar sistemáticamente el espíritu de iniciativa y de independencia del
pensamiento. El centralismo es la organización artificial que supedita las
llamadas partes bajas a las tituladas superiores, y que abandona en manos de
una minoría la reglamentación de los asuntos de toda la comunidad, (el
individuo se convierte en un autómata de gestos y de movimientos dirigidos). En
la organización centralista los valores de la sociedad son postergados por los
intereses de algunos, la variedad es reemplazada por la uniformidad, la
responsabilidad personal es sustituida por una disciplina unánime. Es por esta
razón que el sindicalismo revolucionario asienta su concepción social dentro de
una amplia organización federalista, es decir, de la organización de abajo a
arriba, de la unión de todas las fuerzas sobre la base de ideas e intereses
comunes.
5.–
El sindicalismo revolucionario rechaza toda actividad parlamentaria y toda
colaboración con los organismos legislativos, porque entiende que el sistema de
sufragio más libre no puede hacer desaparecer las evidentes contradicciones que
existen en el seno de la sociedad actual, y porque el sistema parlamentario
sólo tiene un objetivo: el de prestarle un simulacro de derecho al reino de la
mentira y de las injusticias sociales.
6.–
El sindicalismo revolucionario rechaza todas las fronteras políticas y
nacionales, arbitrariamente creadas, y declara que el llamado nacionalismo sólo
es la religión del Estado moderno, tras la cual se encubren los intereses
materiales de las clases poseedoras. El sindicalismo revolucionario no reconoce
otras diferencias que las de orden económico, regionales o nacionales, producto
de las cuales surgen las jerarquías, privilegios y opresiones de todo tipo (por
raza, sexo, sexualidad o cualquier diferencia percibida o real), y reclama para
toda agrupación el derecho a una autodeterminación acordada solidariamente a
todas las otras asociaciones del mismo orden.
7.–
Es por idénticas razones que el sindicalismo revolucionario combate el
militarismo y la guerra. El sindicalismo revolucionario recomienda la
propaganda contra la guerra, y la sustitución de los ejércitos permanentes, los
que sólo son instrumentos de la contrarrevolución al servicio del capitalismo,
por las milicias obreras que durante la revolución serán controladas por los
sindicatos obreros; exige, además, el boicot y el embargo contra todas las
materias primas y productos necesarios para la guerra, a excepción del caso en
que se trate de un país donde los obreros estén realizando una revolución de
tipo social, en cuyo caso hay que ayudarles en la defensa de la revolución
Finalmente, el sindicalismo revolucionario recomienda la huelga general
preventiva y revolucionaria como medio de acción contra la guerra y el
militarismo.
8,–
El sindicalismo revolucionario reconoce la necesidad de una producción que no
dañe el medio ambiente, que intente minimizar el uso de recursos no renovables
y que utilice siempre que sea posible alternativas renovables, Identifica la
búsqueda de ganancias y no la ignorancia como causa de la crisis medioambiental
actual. La producción capitalista siempre busca minimizar los costes para
conseguir un nivel de ganancias cada vez más elevado para sobrevivir, y no
puede proteger el medio ambiente. En concreto, la crisis mundial de la deuda ha
acelerado la tendencia hacia las cosechas comerciales en detrimento de la
agricultura de subsistencia. Esto ha causado la destrucción de las selvas
tropicales, hambre y enfermedades. La lucha para salvar nuestro planeta y la
lucha para destruir el capitalismo deben ser conjuntas o ambas fracasarán.
9.–
El sindicalismo revolucionario se afirma partidario de la acción directa, y
sostiene y alienta todas aquellas luchas que no estén en contradicción con sus
propias finalidades. Sus medios de lucha son: la huelga, el boicot, el
sabotaje, etc. La acción directa encuentra su expresión más profunda en la
huelga general, la que debe ser, al mismo tiempo, desde el punto de vista del
sindicalismo revolucionario, el preludio de la revolución social.
10.–
Enemigo de toda violencia organizada por no importa que clase de gobierno, el
sindicalismo revolucionario tiene en cuenta que se producirán encuentros
violentisimos durante las luchas decisivas entre el capitalismo de hoy y el
comunismo libre de mañana. Por consiguiente, reconoce la violencia que pueda
emplearse como medio de defensa contra los métodos violentos que empleen las
clases dominantes durante las luchas que sostenga el pueblo revolucionario por
la expropiación de las tierras y de los medios de producción Como esta
expropiación solo podrá ser iniciada y llevada a feliz término por la
intervención directa de las organizaciones económicas revolucionarias de los
trabajadores, la defensa de la revolución debe encontrarse también en manos de
los organismos económicos y no en las de una organización militar o parecida
que se desenvuelva al margen de ellos.
11.–
Es únicamente en las organizaciones económicas revolucionarias de la clase
obrera que se encuentra la fuerza capaz de realizar su liberación y la energía
creadora necesaria para la reorganización de la sociedad a base del comunismo
libertario.
El
lazo internacional de lucha y de solidaridad que une las organizaciones
sindicalistas revolucionarias del mundo entero se llama Asociación
Internacional de los Trabajadores (A.I.T.).
IV FINALIDADES Y OBJETIVOS DE LA
A.I.T.
La
A.I.T. tiene por objetivos:
a)
organizar y apoyar la lucha revolucionaria en todos los países con el fin de
destruir definitivamente los regímenes políticos y económicos actuales y
establecer el Comunismo Libertario.
b)
dar a las organizaciones económicas sindicales una base nacional e industrial y
donde tales ya existan, robustecer a aquéllas que estén decididas a luchar por
la destrucción del capitalismo y del Estado.
c)
impedir la infiltración de todo partido político en las organizaciones
económicas sindicales y combatir resuelta- mente todo propósito de los partidos
políticos de dominar a los sindicatos.
d)
establecer, cuando las circunstancias lo exijan, y sobre un programa
determinado que no esté en contradicción con los apartados a, b y c que
anteceden, alianzas provisionales con otras organizaciones proletarias, sindicales
y revolucionarias con el fin de determinar y de llevar a cabo acciones
internacionales comunes en interés de la clase obrera; tales alianzas no deben
establecerse jamás con partidos políticos, es decir, con organizaciones que
acepten el Estado como sistema de organización social. El sindicalismo
revolucionario rechaza la colaboración de clase que se caracteriza por la
participación en comités organizados bajo esquemas corporativos estatales (por
ejemplo en elecciones sindicales para comités de empresa) y la aceptación de
subvenciones, mantenimiento de profesionales del sindicalismo y demás prácticas
que puedan desvirtuar el anarcosindicalismo.
e)
desenmascarar y combatir la violencia arbitraria de todos los gobiernos contra
los revolucionarios afectos a la causa de la Revolución Social.
f)
examinar todos los problemas concernientes al proletariado mundial para
robustecer y desarrollar los movimientos en un país o en varios que tiendan a
defender los derechos y nuevas conquistas de la clase obrera o para la
organización de la propia revolución emancipadora.
g)
emprender toda obra de mutuo apoyo en caso de grandes luchas económicas o de
luchas agudas contra los enemigos declarados o encubiertos de la clase obrera.
h)
ayudar moral y materialmente a los movimientos de clase de los obreros en cada
país, en los que la dirección se halle en manos de la organización económica
nacional del proletariado. La Internacional interviene en los asuntos
sindicales de un país solamente cuando la organización afiliada del mismo lo
pida o cuando ésta se sustraiga a las directivas generales de la Internacional.
A
la A.I.T. pueden afiliarse:
a)
organizaciones sindicalistas revolucionarias nacionales que no pertenezcan a
ninguna Internacional.
En
todo caso sólo podrá existir una Sección por país.
Las
Secciones adherentes deberán ratificar los Estatutos de la A.I.T. y mandar al
Secretariado los suyos. El Secretariado de la A.I.T. informará a las Secciones
del origen del contacto o contactos que han llevado a esta petición de
adhesión.
b)
minorías de sindicalistas revolucionarios organizadas en el seno de
organizaciones nacionales adheridas a otras internacionales sindicales.
c)
organizaciones sindicales, profesionales o industriales independientes o
afiliadas a organizaciones nacionales no pertenecientes a la A.l.T., que
acepten los Estatutos de la A.I.T.
d)
cada organización de propaganda sindicalista revolucionaria que acepte los
Estatutos de la A.I.T. y que trabaje en un país donde no haya ninguna
organización nacional adherida a la A.I.T.
e)
ya que la A.I.T. sólo se compone de Secciones legales o ilegales, con conexión
directa dentro de los respectivos países, en consecuencia solamente podrán ser
reconocidos como Secciones de la A.I.T. aquellos grupos exilados que ante el
Secretariado de la A.I.T. podrán dar clara evidencia de que representan
auténticamente a organizaciones que actúan y trabajan en los respectivos
países.
En
todo caso, sólo podrá existir una Sección por país.
Serán
motivo de pérdida de la afiliación los siguientes Comportamientos: a) no
aplicación de los Estatutos de la A.I.T.
b)
no pagar la cotización. Si una Sección no paga la cotización durante un año, el
Congreso deberá decidir sobre su baja como Sección.
c)
en el caso de que una Sección no acuda a los comicios y Congresos de la
Internacional ni responda a las peticiones de contacto por parte del
secretariado de la A.I.T. ni de las Secciones, sin explicación.
Los
Congresos Internacionales de la A.I.T. se celebran cada dos años, a ser
posible.
El
Secretariado, con tiempo suficiente, antes del Congreso, solicita de las
Secciones los temas o sugerencias destinados a tratarse en el Congreso. Luego
el Secretariado compone el Orden del Día, el cual, junto con las mociones
presentadas, se manda a las organizaciones adheridas seis meses antes al menos
de empezar el Congreso.
Los
acuerdos y resoluciones tomados por los Congresos internacionales son
obligatorios para todas las organizaciones adheridas, excepto cuando éstas, por
resolución de un Congreso nacional o por referéndum, rechazan los acuerdos del
Congreso Internacional.
A
instancia de un mínimo de tres organizaciones nacionales adheridas, un acuerdo
internacional puede ponerse a revisión por referéndum general dentro de todas
las Secciones.
En
los Congresos y referéndums internacionales cada Central adherente dispone de
un voto, siendo recomendable buscar la unanimidad antes de recurrir a la
votación.
Cada
miembro de una organización adherida a la A.I.T., que tenga pagadas todas sus
cotizaciones, pero domiciliado en otro país que aquél donde fue inscrito como
afiliado, debe, no más tarde de un mes después de su llegada, efectuar su
transferencia a la organización correspondiente de la organización nacional
adherida a la A.I.T. Esta transferencia ha de ser aprobada por dicha
organización nacional sin contribución de registro de entrada.
En
caso de exilio masivo obligado la afiliación es voluntaria si se pertenece a
una organización exilada reconocida por la A.I.T.,
Para
coordinar las actividades internacionales de la A.I.T. para conseguir y
organizar una información exacta de la propaganda y de la lucha en todos los
países, para llevar a cabo de la mejor manera las resoluciones de los Congresos
internacionales y para cuidar de todo el trabajo de la A.I.T., se elige un
Secretariado por lo menos de tres personas domiciliadas en el lugar donde la
A.I.T. fije su sede.
El
lugar de residencia del Secretariado será determinado en el Congreso. De no ser
esto posible, se hará por referéndum.
El
Secretariado da informe escrito sobre sus actividades durante el período de
gestión de Congreso. El informe ha de estar presentado con tiempo para que las
Secciones afiliadas, puedan tener conocimiento del mismo antes que el Congreso
se celebre.
Al
mismo tiempo se presenta y se manda a las Secciones un informe administrativo
económico.
El
Congreso nombra una comisión que durante el curso del mismo efectúa una
revisión de cuentas y control definitivo.
Para
que la A.I.T., pueda desarrollar y fortalecer sus actividades internacionales y
para dar a su propaganda escrita un fundamento sólido; para que pueda editar
sus publicaciones periódicas con regularidad; para que pueda participar en
todas las manifestaciones de la vida del sindicalismo revolucionario en los
diferentes países; para que sea capaz de vigorizar las ideas del sindicalismo
revolucionario en países donde nuestras ideas y tácticas tienen escasa
representación finalmente, para que la A.I.T., pueda responder satisfactoria e
inmediatamente a las llamadas de solidaridad que a ella podrán dirigirse, cada
miembro de una organización adherida a la A.I.T. tiene que pagar mensualmente,
como cotización internacional, la cantidad de un dólar estadounidense (l US$) o
de una suma equivalente en moneda nacional, tomando en consideración el valor
de cambio en los países en Cuestión.
Para
las Secciones que se hallan en situaciones difíciles, la cotización es fijada
según acuerdo con el Secretariado de la A.I.T.
Cada
Sección afiliada resuelve por si misma el procedimiento a seguir para percibir
la cotización de sus miembros.
Para
las Secciones que así lo deseen la A.I.T. tiene un sello especial para colocar
en el carnet del afiliado.
La
Sección afiliada manda a la A.I.T. cada trimestre la cotización estipulada.
El
Secretariado edita:
1)
Una publicación que ha de salir con la mayor frecuencia posible. Es deseable
que cada periódico editado por organizaciones afiliadas a la A.I.T. o
simpatizantes con ella, reserve en sus páginas un espacio especial para
informaciones de la A.I.T., para llamadas de solidaridad internacional y para
propaganda general.
2)
Folletos de propaganda, destinados principalmente donde nuestro movimiento no
tiene afiliada ninguna organización nacional.
3)
Cuantas otras publicaciones, periódicas o no, los Congresos decidieren.