El efecto de los Grandes
Principios Proclamados por la Revolución francesa. Desde aquel tiempo, cuando la Revolución bajó a las masas su
Evangelio -no el místico sino el racional, no el celestial sino el terrenal, no
el divino sino el Evangelio humano, el Evangelio de los Derechos del Hombre-
desde entonces proclamó que todos los hombres son iguales, que todos los
hombres tienen derecho a la libertad y la igualdad; las masas de todos países
europeos, de todo el mundo civilizado, despertaron entonces, gradualmente, del
sueño que los había mantenido en la esclavitud desde que la Cristiandad los
drogó con su opio, y comenzaron a preguntarse si ellos también tenían el
derecho a la igualdad, a la libertad, y a la humanidad.
En cuanto esta pregunta ha sido
planteada, la gente, guiada por su admirable sentido común, así como por sus
instintos, se dio cuenta de que la primera condición para su emancipación
verdadera, o humanization, era, por sobre todo, un cambio radical en su
situación económica. La primera pregunta, justamente, estaba relacionada con el
pan de cada día, pues como ha sido ya notado por Aristóteles, el hombre, para
pensar, para sentirse libre, para hacerse hombre, debe ser liberado de los
cuidados materiales de la vida diaria. En realidad, el burgués, quien está tan
vociferante en sus greguerías contra el materialismo de la gente y quien
predica a ellos las abstinencias del idealismo, lo sabe muy bien, ya que ellos
ellos mismos lo predican sólo con la palabra mas no con el ejemplo.
La segunda pregunta que surge
entre las personas, la del ocio luego del trabajo, es también condición
indispensable de humanidad. Pero pan y ocio nunca pueden obtenerse
independientes de una transformación radical de la sociedad existente, y eso
explica por qué la Revolución, obligada por las implicaciones de sus propios
principios, dio a luz al Socialismo.
El socialismo es la Justicia... El socialismo es la justicia. Cuando hablamos de
justicia, entendemos por esta no la justicia contenida en los Códigos y en la
jurisprudencia Romana -los cuales se han basado, en gran medida, sobre las
verdades de la violencia alcanzada por la fuerza, violencia consagrada por
tiempo y las bendiciones de alguna iglesia u otro (cristiano o pagano), y por
lo cual se ha aceptado como principio absoluto, que toda ley debe ser deducida
por un proceso de razonamiento lógico- no, hablamos de aquella justicia que
está basada únicamente sobre la conciencia humana, la justicia que ha de ser
encontrada en el conocimiento de cada hombre -hasta en los de niños- y que
puede ser expresada en una sola palabra: equidad.
Esta justicia universal que,
debido a las conquistas por la fuerza y a las influencias religiosas, aún nunca
ha prevalecido en los ámbitos políticos, jurídicos o económicos, debería
hacerse la base del nuevo mundo. Sin ella no puede haber ni libertad, ni
república, ni prosperidad, ni paz. Es ella entonces quien debe gobernar
nuestras resoluciones para que trabajemos con eficiencia en el establecimiento
de la paz. Y es esta justicia, la que nos impulsa a asumir la defensa de los
intereses de la gente terriblemente maltratada y a exigir su emancipación
económica y social con libertad política.
El Principio Básico del Socialismo. No proponemos aquí, caballeros, este u otro sistema
socialista. Aquello que ahora exigimos es la proclamación nuevamente del gran
principio de la Revolución francesa: que cada ser humano pueda poseer los
medios materiales y morales para poder desarrollar así su humanidad, un principio
que, en nuestra opinión, debe ser traducido en el siguiente problema:
Organizar la sociedad de tal
manera que cada individuo, hombre o mujer, pueda hallar, al entrar en la vida,
medios aproximadamente equivalentes para el desarrollo de sus diversas facultades
y de su ocupación laboral. Y organizar dicha sociedad de tal forma que haga
imposible la explotación de algun trabajador, lo cual permitirá a cada
individuo disfrutar de la riqueza social, la cual, en realidad sólo se produce
por el trabajo colectivo; pero sólo para disfrutarla en cuanto él contribuya
directamente hacia la creación de dicha riqueza.
Rechazo al Socialismo Estatatista. La consecución de esta tarea desde luego tomará cientos de
años de desarrollo. Pero la historia ya la ha traído ante nosotros y de aquí en
adelante no podemos hacer caso omiso a ella sin condenarnos a declarar nuestra
total impotencia. Nos apresuramos en agregar aquí que enérgicamente rechazamos
cualquier tentativa de organización social que no admitia la libertad más
amplia tanto de los individuos como de las organizaciones, o que requiera la
instauración de cualquier regimen de poder. En nombre de la libertad, la cual
reconocemos como fundamento único y único principio creativo de la
organización, económica o política, protestaremos contra todo aquello que
remotamente pueda parecerse al Comunismo Estatatista, o al Socialismo
Estatatista.
Abolición del Derecho de Herencia. La única cosa que, en nuestra opinión, el Estado puede y
debería hacer es modificar poco a poco la ley de herencia para llegar cuanto
antes a su completa abolición. Aquella ley es puramente una creación del
Estado, y una de las condiciones de existencia misma del Estado autoritario y
divino, y ella puede y debería ser suprimida por la libertad en el Estado. En
otras palabras, el Estado debería disolverse en una sociedad libremente
organizada de acuerdo con los principios de justicia. El derecho de herencia,
en nuestra opinión, debiera suprimirse, ya que mientras exista perdurará la
desigualdad económica hereditaria, no la desigualdad natural de los individuos,
sino la desigualdad artificial de clases -y ello siempre engendrará la
desigualdad hereditaria en el desarrollo y la formación de las mentes, y cuya
continuación sería la fuente y la consagración de todas las desigualdades
políticas y sociales. La tarea de la justicia es establecer la igualdad para
cada uno, pues aquella igualdad dependerá de la organización económica y
política de la sociedad- una igualdad con la que cada uno va a comenzar su vida,
y por la que cada uno, dirigido en su propia naturaleza, será el producto de
sus propios esfuerzos. En nuestra opinión, la propiedad de los difuntos debería
acumularse a los fondos sociales para la instrucción y la educación de los
niños de ambos sexos, que incluye la manutención de ellos desde su nacimiento
hasta que alcancen la mayoría de edad. Como eslavos y como rusos, queremos
agregar lo que consideramos una idea social fundamental, la cual se basa sobre
el instinto general y tradicional de nuestros pueblos, y que consiste en que la
propiedad de toda la gente, debería ser poseída sólo por aquellos que le
cultivan con sus propias manos.
Somos unos convencidos,
caballeros, de que este principio es justo, que es la condición esencial e
inevitable de toda reforma social seria, y, por consiguiente, Europa Occidental
a su turno no dudará en reconocer y aceptar este principio, no obstante las
dificultades de su realización en países como Francia, por ejemplo, en donde la
mayoría de campesinos posee la tierra que ellos cultivan, pero en donde la
mayor parte de esos mismos campesinos pronto terminarán por no poseer nada,
debido al parcelamiento de la tierra que viene como resultado inevitable del
sistema político y económico que ahora prevalece en Francia. Sin embargo, nos
abstendremos de ofrecer cualquier oferta contra la pregunta de tierra... Nos
limitaremos ahora a proponer la siguiente declaración:
La Declaración del Socialismo. "Convencidos de que la realización seria de la libertad,
la justicia, y la paz será imposible mientras que la mayoría de la población se
halle desposeída de las elementales necesidades, mientras esten privados de la
educación y condenados a la insignificancia y a la esclavitud política y social
-de hecho, si no por la ley, por la pobreza así como por la necesidad de
trabajar sin descanso u ocio, produciendo toda la riqueza de la que el mundo
ahora está orgulloso, y recibiendo a cambio sólo una pequeña parte de la torta,
la que apenas basta para asegurar su sustento para al día siguiente;
"Convencidos de que para las
masas del pueblo, terriblemente maltratadas durante siglos, el problema del pan
es el problema de la emancipación mental, de la libertad y la humanidad;
"Convencidos de que libertad
sin Socialismo es privilegio e injusticia y que Socialismo sin libertad es
esclavitud y brutalidad;
"La Liga [para la Paz y la
Libertad] con fuerza proclama la necesidad de una radical reconstrucción
económica y social, que tenga como objetivo la emancipación de los trabajadores
del yugo del capital y los terratenientes, una reconstrucción basada en la más
estricta justicia - ni justicia jurídica ni teológica ni metafísica, sino
justicia simplemente humana - basada en la ciencia positiva y en la libertad
más amplia."
Organización de las Fuerzas
productivas en reemplazo del Poder Político. Es
necesario suprimir completamente, en principio y de hecho, todo aquello que
llaman el poder político; pues, mientras que el poder político exista, habrá
habra gobernantes y gobernados, amos y esclavos, explotadores y explotados. Una
vez suprimido, el poder político debería ser substituído por la organización de
las fuerzas productivas y el servicio económico.
No obstante el enorme desarrollo
de los estados modernos -un desarrollo que en su fase última, de forma bastante
lógica, reduce el Estado a una absurdidad-, se hace evidente que los días del
Estado y el principio Estatal están contados. Ya podemos ver el advenimiento de
la total emancipación de las masas trabajadoras y su libre organización social,
libre de la intervención gubernamental, formada por la asociacion económica de
las personas y dejando de lado todas las viejas fronteras Estatales y las
distinciones nacionales, fundamentado ello sólo en el trabajo productivo, el
trabajo humanizado; poseyendo un interés común a pesar de su diversidad.
El Ideal del Pueblo. Desde luego, este ideal aparece ante el pueblo significando
el fin de sus necesidades, el fin de la pobreza, y la satisfacción plena de
todos sus requerimientos materiales mediante el trabajo colectivo, igual y
obligatorio para todos, y luego, como el final de la dominación, y como la
organización libre de las vidas de las personas conforme a sus necesidades -no
desde la cima hacia abajo, como lo tenemos en el Estado, sino de abajo a arriba,
una organización formada por el pueblo mismo, independiente de gobiernos y
parlamentos, una unión libre en asociaciones de trabajadores agrícolas y de
fábrica, en comunas, regiones, y naciones, y finalmente, en el futuro más
remoto; la hermandad humana universal, que triunfa por sobre las ruinas de
todos los Estados.
El Programa de una Sociedad Libre. Fuera del sistema Mazziniano que es el sistema de la
república en forma de un Estado, no hay ningún otro sistema sino el de la
república como una comuna, la república como una federación, una república
genuinamente socialista y popular -el sistema del Anarquismo. Esta es la
política de la Revolución Social, que apunta a la abolición del Estado, y la
económica, que libera totalmente las organizaciones de la gente, una
organización de abajo hacia arriba, mediante una federación.
... No habrá ninguna posibilidad
de la existencia de un gobierno político, ya que este gobierno será
transformado en una administración simple de asuntos comunes.
Nuestro programa puede ser
resumido en unas pocas palabras:
Paz, emancipación, y la felicidad
de los oprimidos.
Guerra contra todos los déspotas y
opresores.
Restitución total a los
trabajadores: todo el capital, las fábricas, y todos los instrumentos de
trabajo y materias primas deben ir a las asociaciones, y la tierra a los que la
cultivan con sus propias manos.
Libertad, justicia y fraternidad
con respecto a todos los seres humanos sobre la tierra.
Igualdad para todos.
A todos, sin distinción alguna,
todos los medios de desarrollo y educación, e iguales posibilidades de vida
mientras trabajan.
La organización de una sociedad
mediante una federación libre, desde abajo hacia arriba, de asociaciones de
trabajadores, tanto industriales como asociaciones agrícolas, científicas y
literarias - primero en una comuna, luego una federación de comunas en
regiones, de regiones en naciones, y de naciones en la asociación fraternal
internacional
Táctica Correcta Durante una
Revolución. En una revolución social, en todo
opuesta diametralmente a una revolución política, los individuos apenas y
cuentan, mientras que la acción espontánea de las masas lo es todo. Todo lo que
los individuos pueden hacer es clarificar, propagar, y desarrollar las ideas
que corresponden al instinto popular, y, cosa aun más importante, contribuir
con sus esfuerzos incesantes a la organización revolucionaria del poder natural
de las masas. Pero nada más que eso; el resto sólo podrá hacerlo el propio
pueblo. Cualquier otro método llevaría a la dictadura política, al
resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las desigualdades, y de todas
las opresiones estatales; es decir, llevaría de una forma indirecta, aunque
lógica al restablecimiento de la esclavitud política, económica y social de las
masas populares.
Como todos los socialistas
sinceros, y en general como todos los trabajadores nacidos y crecidos entre el
pueblo, Varlin y sus amigos compartieron en grado sumo este prejuicio
perfectamente legítimo contra la iniciativa procedente de individuos aislados, contra
el dominio ejercido por individuos superiores; siendo sobre todo coherentes,
extendieron el mismo prejuicio y la misma desconfianza a sus propias personas.
La Revolución por Decretos está
Condenada al Fracaso. Frente a las ideas de los
comunistas autoritarios -ideas falaces, en mi opinión- de que la Revolución
Social puede ser decretada y organizada por medio de una dictadura o de una
Asamblea Constituyente, nuestros amigos, los socialistas parisinos, sostienen
que la revolución sólo puede ser emprendida y llevada a su pleno desarrollo a
través de la acción masiva continua y espontánea de grupos y asociaciones
populares.
Nuestros amigos parisinos tienen mil veces razón. Porque, en realidad, no hay
cerebro, por muy genial que sea, o -si hablamos de la dictadura colectiva de
algunos centenares de individualidades supremamente dotadas no hay combinación
de intelectos capaz de abarcar toda la infinita multiplicidad y diversidad de
intereses, aspiraciones, deseos y necesidades reales que Constituyen en su totalidad
la voluntad colectiva del pueblo; no existe intelecto capaz de proyectar una
organización social que pueda satisfacer a todos y cada uno.
Tal organización será siempre un lecho de Procusto en el que la violencia, más
o menos sancionada por el Estado forzaría a la desdichada sociedad. Pero este
es un viejo sistema de organización, basado sobre la fuerza, que la Revolución
Social suprimirá para dar plena libertad a las masas, los grupos, Comunas,
asociaciones e individualidades, destruyendo de una vez por todas la causa
histórica de toda violencia: la misma existencia del Estado cuya caída supondrá
la destrucción de todas las iniquidades del derecho jurídico y de todas las
falsedades de los diversos cultos -derechos y cultos que han sido siempre, los canonizadores
complacientes, tanto en el terreno ideal como en el real, de toda la violencia
representada, garantizada y autorizada por el Estado.
Es evidente que sólo cuando el Estado haya dejado de existir, la humanidad
obtendrá su libertad, y que sólo entonces encontrarán su auténtica satisfacción
los verdaderos intereses de la sociedad, de todos los grupos, de todas las
organizaciones locales y, en consecuencia, de todos los individuos que forman
tales organizaciones.
La Libre Organización Seguirá a la
Abolición del Estado. La abolición del Estado y de la
Iglesia debe ser la condición primera e indispensable para la emancipación
efectiva de la sociedad. Sólo después la sociedad podrá y deberá empezar su
propia reorganización que, sin embargo, no debe efectuarse de arriba abajo, ni
de acuerdo con algún plan ideal proyectado por unos pocos sabios o filósofos,
ni mediante decretos promulgados por algún poder dictatorial, o incluso por una
Asamblea Nacional u elegida por sufragio universal. Tal sistema, como ya se ha
dicho, llevaría inevitablemente a la formación de una aristocracia
gubernamental, es decir, a una clase de personas que nada tiene en común con
las masas del pueblo; y esta clase volvería con toda certeza a explotar y
someter a las masas bajo el pretexto del bienestar común o de la salvación del
Estado.
La Libertad debe ir de la Mano con
la Igualdad. Soy un partidario convencido de la
igualdad económica y social porque sé que, sin esta igualdad, la libertad, la
justicia, la dignidad humana, la moral y el bienestar de los individuos, como
también la prosperidad de las naciones, no son sino otras tantas falsedades.
Pero como soy al mismo tiempo un partidario de la libertad, primera condición
de la humanidad, creo que la igualdad debería establecerse en el mundo por la
organización espontánea del trabajo y la propiedad colectiva, por la libre
organización de las asociaciones de productores en comunas y la libre
federación de las comunas -pero de ningún modo mediante la acción suprema y
tutelar dcl Estado.
La Diferencia entre los
Revolucionarios Autoritarios y Libertarios. Este
punto separa fundamentalmente a los colectivistas o socialistas revolucionarios
de los comunistas autoritarios, partidarios de la absoluta iniciativa del
Estado. La meta de ambos partidos es idéntica: ambos partidos desean la
creación de un nuevo orden social basado exclusivamente sobre el trabajo
colectivo en condiciones económicas iguales para todos -es decir, en
condiciones de propiedad colectiva de los medios de producción.
Pero los comunistas imaginan que esto puede lograrse mediante el desarrollo y
la organización del poder político de las clases trabajadoras, encabezadas por
el proletariado de la ciudad con ayuda del radicalismo burgués; mientras los
socialistas revolucionarios, enemigos de toda alianza ambigua, creen que este
objetivo común no puede lograrse a través de la organización política sino
mediante la organización social (y, por tanto, antipolítica) y el poder de las
masas trabajadoras de las ciudades y los pueblos, incluyendo además a todos los
que, a pesar de pertenecer por nacimiento a las clases altas, han roto
voluntariamente con su pasado y se han unido abiertamente al proletariado
aceptandó su programa.
Los Métodos de los Comunistas y
los Anarquistas. De ahí la existencia de dos
métodos diferentes. Los comunistas creen que es necesario organizar las fuerzas
de los trabajadores para tomar posesión del poder político estatal. Los
socialistas revolucionarios las organizan con vistas a destruir, o si preferís
una expresión más refinada, a liquidar el Estado. Los comunistas son
partidarios del principio y la práctica de la autoridad, mientras los
socialistas revolucionarios sólo ponen su fe en la libertad. Ambos son
partidarios por igual de la ciencia, que debe destruir la superstición y ocupar
el lugar de la fe; pero los primeros quieren imponer la ciencia al pueblo, en
tanto que los colectivistas revolucionarios intentan difundir la ciencia y el
conocimiento entre el pueblo, para que los diversos grupos de la sociedad humana,
una vez convencidos por la propaganda, puedan organizarse y combinarse,
espontáneamente, en federaciones, de acuerdo con sus tendencias naturales y sus
intereses reales, pero nunca de acuerdo con un plan trazado previamente e
impuesto a las masas ignorantes por algunas inteligencias
"superiores".
Los Socialistas revolucionarios
creen que existe mucha más razón práctica e inteligencia en las aspiraciones
instintivas y las necesidades reales de las masas populares que en las
profundas inteligencias de todos esos instruidos doctores y tutores
autodesignados de la humanidad, quienes teniendo ante sus ojos los ejemplos
lamentables de tantos intentos abortados de hacer feliz a la humanidad,
intentan todavía seguir trabajando en la misma dirección. Pero los socialistas
revolucionarios creen, al contrario, que la humanidad se ha dejado gobernar
durante largo tiempo, demasiado largo, y que la raíz de sus desgracias no
reside en esta o en aquella forma de gobierno, sino en el principio y en la
misma existencia del gobierno, sea cual fuere su naturaleza.
Es esta diferencia de opinión, que ya se ha hecho histórica, la vigente en la
actualidad entre el comunismo científico, desarrollado por la escuela alemana y
aceptado parcialmente por los socialistas americanos e ingleses, y el
proudhonismo, desarrollado extensamente y llevado a sus últimas conclusiones y
aceptado hoy por el proletariado de los países latinos. El socialismo
revolucionario ha hecho su primera aparición brillante y práctica en la Comuna
de París.
En la bandera pangermánica está
escrito: Conservación y fortalecimiento del Estado a cualquier precio. Por el
contrario, en nuestra bandera, la bandera socialista-revolucionaria, está
grabada con letras orgullosas y Sangrientas: la destrucción de todos los Estados,
la aniquilación de la civilización burguesa, la organización libre y espontánea
de abajo arriba por medio de las asociaciones libres, la organización de la
chusma incontrolada de trabajadores, de toda la humanidad emancipada, y la
creación de un nuevo mundo universalmente humano.
Antes de crear o más bien antes de ayudar al pueblo a crear esta nueva
organización es necesario conseguir una victoria. Es necesario derrocar lo que
es para poder establecer lo que debe ser...