En
primer lugar es necesario definir el concepto de anti-militarismo.
Anti-militarismo y pacifismo no son la misma cosa. Anti-militarismo y
reivindicaciones sindicales en el ejercito tampoco son la misma cosa. Podemos
en cambio definir el antimilitarismo como el compromiso individual o colectivo
hacia la eliminación de la estructura militar en tanto medio de solución de
conflictos. Y así obtenemos una definición neutral. En otras palabras,
diríamos, destruir uno de los aparatos ideológicos del Estado. O también,
acabar con el brazo armado del Estado.
Como sea, el
anti-militarismo es por definición la negación de la estructura militar. Luego,
aceptar la estructura militar no es posible para un anti-militarista. a su vez,
estructura militar es sinónimo de ejercito, es decir, organización jerárquica
de seres humanos en armas y servicios vinculados (fabrica de armas por
ejemplo), aun cuando tienda a anular el rol subalterno para concentrar la
respuesta en ataques a distancia en manos confiables.
Especifiquemos mejor el
anti-militarismo en una distinción que encuentro legitima: anti-militarismo
(AM), anti-militarismo revolucionario marxista (ARM) y anti-militarismo
revolucionario anarquista (ARA). El anti-militarismo (AM) considera realizada
su tarea con la desaparición de la estructura militar. No considera entonces
necesaria la extensión de su compromiso subversivo a todo el sistema social (es
la posición de ciertas agrupaciones de inspiración religiosa), o considera prioritario
el compromiso de la eliminación de la estructura militar a cualquier otro
compromiso (Cassola). El ARM o comunista autoritario, considera indispensable
un cambio del sistema social en sentido comunista para proteger la humanidad
del flagelo militar, considerando inútil la eliminación del ejercito si se
mantiene la estructura económica capitalista. La propuesta marxista prevé
entonces la prioridad de la conquista del poder, seguida por la consolidación
del poder - y el fortalecimiento de su brazo armado - para crear aquellas
condiciones estructurales que finalmente permitan objetivamente su
"extinción".
El ARA, en cambio,
considera la existencia del mismo Estado como una causa de la guerra y en
consecuencia del fortalecimiento histórico de la estructura militar. La
condición para la paz seria entonces la Anarquía. Se asocia, sin embargo, al
antimilitarismo, en su compromiso con la eliminación inmediata del ejercito, ya
que considera que tal estructura es una amenaza permanente para la vida y la
dignidad del hombre, y porque piensa que es posible debilitar al Estado y a la
ideología del poder golpeándola en su estructura militar. esto significa que
quien de un modo u otro sostiene al ejercito, en el presente o en el futuro, en
Suiza o en otro lugar, ciertamente no puede proclamarse anti-militarista.
Por otra parte, cada
anarquista es por coherencia anti-militarista. Hubo, es cierto, un triste
manifiesto, firmado por algunos anarquistas intervencionistas al lado de la
Entente en la 1ra. Guerra Mundial, y hay anarquistas que han participado en
determinadas estructuras militares o que las han apoyado (determinados
"ejércitos de liberación nacional"). Todavía es licito afirmar que se
trataba, y se trata, de contradicciones, de situaciones donde el juicio del
particular sobre lo que haya de hacerse en un momento dado para acercar la
libertad o alejarse de la tiranía permanece para nosotros no-evaluable, con el
respeto por aquel que paga en persona sus elecciones (caso de Emiliano Zapata).
El momento histórico actual
ha restringido las posibilidades de elección. El terror atómico no concede
espacio para ilusiones revolucionarias resultantes de la situación desesperada
creada por el conflicto mismo. Así, hablábamos al comienzo de una relación
anti-militarismo-pacifismo. en realidad el termino pacifismo se encuentra muy
aguado. En un tiempo sinónimo de anti-militarismo, se convirtió después, en los
60, en equivalente de no- violencia, para transformarse ahora en encubridor del
movimiento por el desarme equilibrado y la política SALT y las conferencias de
Ginebra (expresión de aquella política gubernamental y partidocratica, anti
euro- misiles y anti-neutronica). Hoy dia, pacifismo y anti-militarismo son
parientes lejanos, por lo menos en el nivel de interpretación de partidos y
gobiernos.
Es obvio que el
anti-militarista sea pacifista en sentido general. Pero no es necesariamente un
no-violento porque, por definición, solo rehusa el monopolio de la violencia
por parte de una estructura jerárquica. En particular el ARA puede obrar
coherentemente de manera violenta, especialmente en una situación desesperada,
causada por los hechos (instalación de una central nuclear) o por un tirano,
que así lo exiga en tanto actitud de dignidad humana.
Finalmente el
anti-militarismo es indiferente a la política sindical en el ejercito. Enfrenta
la propuesta de la licencia prolongada con el rechazo al servicio; al orden con
la deserción; a la petición con el sabotaje. Alentar las reformas de la
estructura militar, en tanto alimenta la apariencia de inocuidad y frena la
oposición, se opone al anti-militarismo.