CONOCIENDO A DURRUTI
Condensar en pocas lineas la biografía
de quien fué expresión cabal de la rebeldía y la utopía anarquista es tarea
complicada pero necesaria, porque el testimonio de libertad en lucha que
fue la vida de Buenaventura Durruti debe divulgarse ayer, ahora y siempre. Nació
segundo de 8 hermanos el 14 de julio de 1896 en León, capital de la
provincia española del mismo nombre. Se inicia de adolescente en la misma senda
de su padre, obrero afiliado al sindicato socialista UGT. Como miembro de su
sección ferroviaria, participa con ardor en la huelga general revolucionaria de
agosto de 1917, impulsada en conjunto con la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT, anarcosindicalista); eso le costó la expulsión de la UGT por
radical, la persecusión policial y la huida a Francia, donde se relaciona con
exilados anarquistas, afiliándose a la CNT de Asturias al retornar a España en
enero de 1919.
Se une a la pelea frontal contra la
agresiva patronal de las minas asturianas y cae preso por primera vez en marzo
de 1919; se fuga y en diciembre está en San Sebastián, ciudad industrial del país
vasco, trabajando como metalúrgico. La burguesía impulsaba entonces una ola de
asesinatos de sindicalistas y Durruti se integra a un grupo de autodefensa -
Los Justicieros - que en represalia planea un golpe sensacional: atentar contra
el rey Alfonso XIII que visitaría la ciudad en agosto de 1920, pero son
descubiertos y deben escapar. Durruti prosigue en la labor ilegal más
arriesgada por toda la peninsula; asi conoce a Francisco Ascaso, quien sería fraterno amigo y
camarada. En agosto de 1922 van a Barcelona y con gente afín fundan el grupo
Crisol, que luego tomará un nombre que se hara celebre en la historia
libertaria: Los Solidarios. El grupo reunió a lo más valioso del proletariado
catalán golpeando a la reacción donde más le dolía, hasta que la crisis política hispana
trajo la dictadura del general Primo de Rivera, instaurada en septiembre de 1923
con pleno apoyo del rey. De Los Solidarios nunca se resaltará
bastante la valiente defensa que hicieron de la CNT en hora tan desesperada,
cuando cientos de militantes cayeron y solo pudo sobrevivir y recuperarse por sus nexos
profundos con los trabajadores, pero el costo para ese colectivo combatiente y
decidido fue alto: casi todos Los Solidarios murieron o purgaron largas
condenas, mientras que Durruti y Ascaso tuvieron que refugiarse en París.
El fracaso de los planes
insurreccionales cocinados en el exilio les impulsa a viajar a Latinoamérica en
diciembre de 1924, acompañados por Gregorio Jover y en procura de fondos para el
proscrito y agobiado anarcosindicalismo ibérico. Sigueron 15 meses de andanzas
incríbles con acciones de guerrilla urbana para agenciarse recursos inéditas por
estos lares, persecusiones y fugas escalofriantes, la ayuda solidaria de un sinfín
de compañeros, las burladas furias policiales, la frugal supervivencia
como asalariados en los momentos de calma, el trabajo sindical de base
desarrollado en varios países y, por supuesto, la creciente leyenda en torno a la figura
de aquellos hombres. En abril de 1926 regresan a Europa y les seduce una idea
espectacular: secuestrar al monarca y al dictador españoles cuando visiten Parés
el 14 de julio; antes de eso la policía los captura y, luego de un agitado
proceso, son expulsados de Francia en julio de 1927, prosiguiendo como militantes
semiclandestinos en el exterior hasta la caída de Alfonso XIII en abril de
1931.
La vuelta a Barcelona es de
efervescente actividad para Durruti, ahora con su compañera Emilienne
embarazada de Colette, que nacerá en diciembre del 31. Se integra a la Federación Anarquista Ibérica
- FAI, organización específica anarquista creada secretamente en julio de 1927
- y con militantes allegados forma el grupo Nosotros, animadores en la CNT
de una tendencia radical que no se hacía ilusiones tácticas con la recién
proclamada República, pues afirmaban que el momento era para seguir avanzando. El
enfrentamiento interno en la Confederación fué agriándose hasta la escisión,
mientras arreciaba la represión y las provocaciones gubernamentales contra
esos sencillos obreros - cuando no estaban presos, Durruti y Ascaso laboraban
como mecánicos en una empresa mediana de Barcelona - que eran vistos
por los bienpensantes de toda laya como el aterrador puño de la Revolucion
Social. La histeria represiva cayó sobre Durruti y otros anarquistas en enero
de 1932, deportándolos a Canarias y al Sahara "español". La presión
popular los libero en septiembre, pero Durruti fue arrestado de inmediato por dos meses más.
Aun encarcelando a sus supuestos
"líderes", las posiciones más ofensivas crecían en el seno de la
CNT y del proletariado, lo que llevo al fallido intento insurreccional anarquista de enero de
1933, tras el cual Durruti debe ocultarse hasta caer preso a fines de marzo. En
julio ya está en la calle, con la CNT y la FAI encarando las variaciones de la
escena política, pues la derecha se aprestaba a asumir las riendas del gobierno
ante el fiasco de republicanos y socialistas, lo que ocurre tras los comicios de
noviembre. En diciembre hay otra fallida tentativa de huelga general
insurreccional; Durruti y cientos de anarquistas van a los calabozos, pero una amnistía les
permitió salir en mayo de 1934, a tiempo para que Durruti tenga papel decisivo
en el traslado por carretera de 13.000 hijos de huelgistas aragoneses a
Barcelona, para acogerse a la solidaridad de las familias obreras.
En octubre del 34 es la insurrección
de Asturias, 14 días de heroica y desigual batalla de los trabajadores unidos
contra el ejército, mientras que la represión y la indecisa conducta de la UGT y otros
sectores dejaron a los anarquistas aislados en su afan de extender la flama
revolucionaria. De nuevo Durruti pasa por el vaivén de meses de carcel
alternando con semanas de febril militancia pública, hasta que el triunfo
electoral del Frente Popular en febrero de 1936, con el crucial voto de los afiliados de CNT,
marco otro vuelco a la situación. En medio de un explosivo clima político-social,
se reune en Zaragoza el IV Congreso de la CNT del 1 al 15 de mayo, donde
parte esencial de los debates y el ambiente de pletórico fervor anarquista que
allí se vivió fue el grupo Nosotros, entregado en esos días a prepararse
junto a los trabajadores para el tremendo reto que se avecinaba. Derechas e
izquierdas iban al choque inevitable, iniciado más temprano que tarde con el
alzamiento militar del 19 de julio de 1936.
La CNT y la FAI enfrentaron con
coraje, organización y movilización de masas la superioridad facista en armas
y recursos; su contribución fué decisiva para resistir el zarpazo en toda la
peninsula y casi a solas derrotaron a los alzados en Cataluña, con Durruti como
una de las figuras más arrojadas de esta victoria popular y sufriendo la dolorosa baja
de Francisco Ascaso. El 24 de julio, desde una Barcelona donde el comunismo
libertario empezaba a ser una realidad, Durruti partió con una columna armada
a Zaragoza, ocupada por los golpistas. Luego de duros combates aquella milicia
igualitaria, sin oficiales ni demás tramoya castrense, avanzó y estabilizó
el frente de Aragon contra tropas regulares mejor equipadas, aun cuando no
pudieron recuperar la ciudad.
Paralelamente, las fuerzas anarquistas
apoyaron la transformación social que significó el establecimento de las
colectividades agrarias aragonesas, para escándalo de comunistas, socialistas
y demas acólitos del credo segun el cual no se podia ganar la guerra si al
mismo tiempo se hacia la Revolución. En su persona, Durruti encarnaba lo que eran
los sentimientos y metas de los trabajadores en armas, siendo un peculiar
"jefe" cuyo privilegio principal era combatir en primera fila, con la única jerarquía
de la estima con que lo distinguían sus iguales.
Esa vida radiante y corajuda -
"El Corto Verano de la Anarquía" la llamó su cronista Enzensberger -
terminaréa en noviembre de ese mismo año. El día 15 Durruti llego a reforzar la defensa de
Madrid con una columna de 1800 hombres, de inmediato van a lo más duro del
combate y el 19 lo alcanza una bala, cuando transitaba en area
supuestamente segura. Murió en la madrugada del 20, siendo sepultado 2 días
después en el cementerio de Montjuich en Barcelona, acompañado del duelo más
multitudinario visto en la urbe. Como con Zamora, el Che o Zapata, su muerte
tiene estigmas de traición y el principal sospechoso, el PCE stalinista, desatará
pocos meses mas tarde una brutal persecución contra anarquistas y demás
radicales que no solo liquidó la Revolución amenazante, sino que fué el comienzo
del fin de la propia República que decían salvaguardar.
40 años de existencia intensa tuvo
este hombre que lucho por sus ideales sin treguas ni fanatismos; que nunca dejó
de vivir de su trabajo; que actuaba tanto como leía y pensaba; que amó, soñó
y tuvo amigos entrañables. En fin, Buenaventura Durruti fué lo que fué, y
también lo que de mejor queda en nosotros cuando compartimos su trayectoria
luminosa.
SOFIA COMUNIELLO
(CORRE@ # 20, pp. 16-17; agosto 1992)